El controlador de SQM supo adecuarse al nuevo escenario político tras la dictadura, mantener la empresa y alejarse del estigma que le significó haber sido el yerno de Augusto Pinochet. Una tarea que logró con la ayuda de su núcleo de confianza y que se tradujo en una empresa que financiaba a moros y cristianos.

Julio Ponce y Patricio Contesse en una de las últimas fotos juntos en público, en 2014: El primero, como presidente de SQM y el segundo, su gerente general.
Por Viviana Candia
Pocas personas son capaces de reconocer públicamente que son amigos de Julio Ponce Lerou (75).
Los 22 años que estuvo casado con Verónica —la tercera hija de Augusto Pinochet, en cuyo gobierno militar se convirtió en un próspero empresario— ataron su nombre a la dictadura.
Por eso cuando estalló el caso SQM a fines de 2014, el mayor impacto no fue el financiamiento ilegal de la política —de la cual hay larga historia en Chile—, sino que tales dineros hayan salido de la minera controlada por él y terminaran financiando a personeros de la exConcertación. Si en los 90 había una desconfianza entre ese mundo opositor a Pinochet y el empresariado, 20 años después la actitud había cambiado y –como señaló el ex Ministro concertacionista, Francisco Vidal, en marzo de 2015 en T13- en materia de financiamiento político “hay que cerrar los ojos”.
¿Cómo llegaron las redes de Ponce a financiar al mundo concertacionista, rompiéndose así los diques que separaban a ese sector por el símbolo del dueño de SQM con el pinochetismo? Esta es la historia del siguiente reportaje de Historias Recientes.
La boleta que abre las sospechas
La hebra que llevó a las donaciones fue una boleta que Carolina de la Cerda, cuñada del exsubsecretario Pablo Wagner (UDI), dio a SQM por dineros que, según la fiscalía, fueron a la campaña presidencial de Joaquín Lavín en 2009.
Pero pronto el espectro político de los beneficiados se amplió no solo a la UDI, sino que involucró a RN, DC, PPD, PS, PR, PRO, PRI, al exministro del Interior, Rodrigo Peñailillo y personas ligadas a las campañas presidenciales de Eduardo Frei, Michelle Bachelet, Sebastián Piñera y Marco Enríquez-Ominami.
Cuando estalló el caso SQM a fines de 2014, el mayor impacto no fue el financiamiento ilegal de la política —de la cual hay larga historia en Chile—, sino que tales dineros hayan salido de la minera controlada por Ponce y terminaran financiando a personeros de la exConcertación
Según un informe que conoció el directorio de SQM el 19 de marzo de 2015, serían cerca de 1.300 la boletas y facturas que podrían ser cuestionadas en el periodo 2009-2014, emitidas por alrededor de 200 personas y por un total aproximado US$11 millones.
La fiscalía terminó investigando a más de 300 personas (naturales y jurídicas). De los casos que prosperaron diez personas fueron condenadas en procedimiento abreviado, 129 terminaron con suspensión condicional del procedimiento, 80 imputados fueron sobreseídos y, en otros tantos, el Ministerio Público decidió no perseverar.
Solo ocho pasaron a juicio oral: Patricio Contesse (exgerente general del SQM); Pablo Longueira, exministro y exsenador; Carmen Luz Valdivielso (asesora de Longueira); Marisol Cavieres (histórica secretaria de la UDI); Marco Enríquez-Ominami (exdiputado y excandidato presidencial) y Cristián Warner (jefe de campaña de ME-O en 2009).
Lucha de Julio con Ponce Lerou
“He tenido una preocupación permanente: ser Julio Ponce”, aseguró el ingeniero forestal en una entrevista en Qué Pasa del 4 de agosto de 1983. Y lo decía luego de renunciar a la gerencia general de Corfo por una acusación anónima de enriquecimiento ilícito que circuló por entonces.
Ya le pesaba quedar bajo la sombra de su suegro. “Para mí ha sido muy difícil. Mentalmente, no me ha gustado sentirme yerno (…) es bien desagradable cuando uno está con un grupo de gente y lo empiezan a conversar (…) se notaba que inmediatamente cambiaban la actitud”, le decía en octubre del mismo año a Guillermo Sandoval, entonces periodista de La Tercera, en una entrevista cuya transcripción completa reproduce Víctor Cofré en su libro “Ponce Lerou: Pinochet, el litio, las cascadas, las platas políticas”.
Con el regreso de la democracia —y su matrimonio con Verónica Pinochet anulado—intentó marcar una mayor diferencia y empezó a pedirle a los periodistas que dejaran de identificarlo como Julio Ponce Lerou y lo trataran solo Julio Ponce.

Dario Calderón le abrió a Ponce las puertas hacia la izquierda. En la foto, Calderón junto a Osvaldo Puccio en la cena anual de Sofofa de 2005. Puccio posteriormente sería director de una de las sociedades cascadas con que el empresario controla SQM.
También supo que tenía que adecuarse al nuevo escenario político y amplió su círculo de confianza —que ya integraban Patricio Contesse y Roberto Guzmán Lyon—, sumando a su amigo de la infancia, Darío Calderón, y al filósofo Marcelo Rozas. Todos constructores de importantes redes de contacto en distintas esferas del país.
Darío Calderón, el nexo con la izquierda
El abogado Darío Calderón (masón, 74) militó en el Partido Radical desde los 13 años, pero cuando por ley, en 2017, los partidos tenían que renovar sus registros, no se reinscribió y terminó convertido en un militante zombi (legalmente suspendido).
Conoce a Ponce de toda la vida, porque continuaron la amistad que iniciaron sus padres, pero fue en el inicio de los 90 que se reencontraron en forma profesional.
Calderón fue quien extendió puentes para que Ponce se contactara con el mundo más progresista de la ex–Concertación.
“Se ha tejido toda una leyenda. Me dicen que yo muevo las cosas. Pero no es así, lo que ocurre es que tengo amistades transversales. Me siento tan amigo de un hombre de izquierda, como de derecha, de un cura, como de un libre pensador. Soy capaz de encontrar un idioma común con Andrés Chadwick, Carlos Ominami o Gutenberg Martínez”, decía Calderón en 2003 en revista “Sábado”. Allí se recordaba que era él quien organizaba encuentros entre políticos con ministros de la Suprema o con hombres de negocios, como el que hizo en su casa en septiembre de 2006, donde reunió al expresidente Ricardo Lagos con distintos empresarios, entre los que, por cierto, estaba Ponce Lerou.
SQM pagó boletas por $362 millones entre 2009 y 2013 a su estudio de abogados y además de otras cuatro —por $8,7 millones— del exministro DC Enrique Krauss cuando éste recién se había incorporado al bufete en 2011. Por entonces aún era socio en su estudio jurídico con Alfredo Ugarte, secretario de la Fundación Eduardo Frei Montalva, quien se retiró en 2012. A partir de 2015, SQM prescindió de sus servicios.
No obstante, Calderón nunca fue llamado a declarar, aunque algunos de sus amigos sí tuvieron que presentarse ante los fiscales.
Tal es el caso de Hernán Contreras Molina (75), abogado y militante del Partido Socialista a quien Calderón recomendó para que integrara el directorio de Norte Grande en 2013.
Compañeros en la Universidad de Chile siempre han mantenido una estrecha relación. En 2011, cuando Contreras lanzó el libro “Eugenio González Rojas: Pensamiento Vigente (Disjecta Membra)”, en honor a quien fuera fundador e influyente ideólogo del PS, en el prólogo agradeció al poeta Raúl Zurita por revisar el texto y a Calderón por entregar su “estímulo y apoyo incondicional, así como el aporte necesario para que esta obra tuviera la dignidad que merece”.
En las elecciones municipales de 2012 Contreras fue el encargado legal de la red de apoderados del PS y trabajó estrechamente con Mahmud Aleuy, a la sazón encargado de la comisión nacional electoral socialista. En ese rol, en una primera etapa, fue quien defendió ante el Tribunal Electoral Regional la candidatura de la diputada Maya Fernández cuando enfrentó a Pedro Sabat por la alcaldía de Ñuñoa en una reñida elección que terminó perdiendo por 30 votos.
Un año después, el 18 de octubre, Hernán Contreras asumió como nuevo director de Norte Grande —una de las sociedades cascadas— cargo que mantuvo hasta abril de 2019, cuando pasó a ser parte del directorio de Nitratos.
En septiembre de 2015 Ponce salió de la presidencia de las sociedades cascadas y las dejó en manos de Rafael Guilisasti, expresidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), exMapu, financista de la precampaña presidencial de Andrés Velasco y dueño de una amplia gama de redes en la derecha, la izquierda, los empresarios, académicos y en la iglesia
Contreras Molina no fue el primer hombre de la exConcertación en convertirse en director de alguna de las empresas cascadas (Norte Grande S.A., Oro Blanco S.A., Pampa Calichera S.A., Nitratos S.A. y Potasios S.A.).
Quien debutó en estas firmas fue el abogado DC y exministro Alejandro Ferreiro, quien participó en Norte Grande entre 2010 y 2012. Luego estuvo Osvaldo Puccio (PS), exvocero del gobierno de Ricardo Lagos, en el directorio de Pampa Calichera (31 de julio 2012-19 de agosto 2013) y Fernando Bustamante (PS), expresidente de Metro, quien fue director en Nitratos (junio 2013- 30 de junio 2015).
Contesse, el amigo de todos“Tengo una relación totalmente de amistad con Julio, de confianza profesional de muchos años”, aseguró Patricio Contesse a La Segunda el 8 septiembre de 2000.Con los años, la dupla se fue complementando hasta convertirse en el Yin y el Yan. Uno, ferviente creyente (Contesse es presbiteriano y aseguraba leer la Biblia todos los días). El otro, un ateo cercano al mundo de la masonería. Según el libro “Ponce Lerou, Pinochet, el litio, las cascadas, las platas políticas” Ponce tuvo de confidente y consejero a Horacio González Contesse, Gran Maestro de la masonería entre 1974 y 1982, quien además era tío de su principal ejecutivo.
Se conocieron en 1978 a través de los hermanos mayores de Contesse que, al igual que el controlador de SQM, habían estudiado Ingeniería Forestal en la Universidad de Chile. La misma carrera que Contesse hizo, pero de la cual solo egresó (según el libro de Cofré).
Durante un tiempo, salvo algunos intermedios, trabajaron juntos. Hasta que el 13 de marzo de 1990 -dos días después de dejar la vicepresidencia ejecutiva de Codelco donde había sido nombrado por Pinochet- Contesse aterrizó en SQM como su gerente general. Cargo que ocupó hasta 2015, cuando se desvinculó producto del escándalo de los pagos irregulares a la política.
Una testigo clave de aquello fue Katherine Bischof, la secretaria común de Ponce y Contesse. Ella declaró a fiscalía las visitas que Contesse recibió entre 2009 y 2014, tramo investigado por el Ministerio Público: "Pablo Longueira, Marco Enríquez-Ominami, Carlos Ominami, Marcelo Rozas, Pablo Zalaquett, Jovino Novoa, quienes se reunían con Patricio Contesse”.
Como ella era quien manejaba la agenda del gerente, programaba viajes y tramitaba los pagos, también sabía quiénes aceptaron los convites que Contesse hacía al Salar de Atacama para mostrar las instalaciones de la firma.
En ese listado aparecieron, entre otros, los senadores Jorge Pizarro, Pedro Araya, el exsenador Carlos Ominami, el exembajador Adolfo Zaldívar, el expresidenciable Marco Enríquez-Ominami, la expresidenta del PPD Carolina Tohá, el exsecretario general de la misma colectividad, Alejandro Bahamondes.
Esos nombres se sumaron a la nómina de boleteros que investigó el Ministerio Público.
No obstante, ninguno de ellos reconoció haberse contactado alguna vez con Ponce Lerou y que el único contacto siempre fue Contesse. Lo mismo dijo el expresidente de SQM.
Contesse, según la versión de Ponce, decidía “con plena libertad a qué candidato se aporta” -testificó el 23 de marzo de 2015-, al hablar sobre los dineros que la compañía aportaba a campañas políticas mediante la ley de aportes reservados.
De hecho, recalcó, “particularmente, nunca un candidato o alguien de su entorno me ha pedido a mí un aporte para campañas política”.
Según Pilar Molina en su libro “Michelle Bachelet 2014-1028: detrás de la derrota” Julio Ponce desde antes insistía en esa versión. En ella sí reconoce que “estaba dispuesto a dársela a todos quienes se lo pidieran, salvo que fuera alguien del Partido Comunista, que no se lo solicitó”.
Luego de tres años de investigación del Ministerio Público y de que los boleteros entregaran informes y explicaciones para justificar los pagos, Patricio Contesse confesó que éstos eran “ayudas políticas”.
“No solo SQM efectuó aportes a la política de esta forma, sino que muchas otras empresas de nuestro país también lo hicieron (…) mis abogados me han señalado que, a lo menos, hay 45 otras empresas que están en esta misma situación”, aseguró en el testimonio que dio en enero 2018.
Asumió que era el único responsable y que su afán no fue reducir el pago de impuestos: “Mi propósito fue hacer ayudas políticas, porque estimé que era necesario apoyar la actividad política bajo cierto marco que iba más allá del Servel”, dijo Contesse.
Hoy Contesse está a la espera del juicio oral acusado por soborno y delitos tributarios y con una pena solicitada de 818 días, inhabilitación y multa por lo primero y 7 años y multa por el segundo cargo.
En septiembre de 2015 Ponce salió de la presidencia de las sociedades cascadas y las dejó en manos de Rafael Guilisasti, expresidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), exMapu, financista de la precampaña presidencial de Andrés Velasco y dueño de una amplia gama de redes en la derecha, la izquierda, los empresarios, académicos y en la iglesia, según el artículo “Todos los mundos de Guilisasti” publicado en la revista Caras el 24 de abril de 2014.
En junio de 2017 Hernán Contreras declaró en el caso SQM en una arista vinculada al exdiputado Roberto León (DC). La fiscalía intentaba esclarecer porqué Contreras redactó un oficio que terminó siendo enviado por los diputados DC Ricardo Rincón y Gabriel Silber a la SVS el 28 de enero de 2014. En el documento se reclamaba que la Superintendencia no había proporcionado a la comisión investigadora de la Cámara de Diputados del caso Cascadas los anexos de contratos de fideicomiso ciego del presidente Piñera. Ponce Lerou —según el libro de Cofré– había intentado involucrar al mandatario en el caso Cascadas en varias ocasiones.
La explicación de Contreras fue que la redacción del texto la había acordado Antonio Saavedra, por ese entonces asesor de la bancada DC.
Las fiscales también le preguntaron a Contreras si no era contradictorio que él, como socialista, hubiese aceptado trabajar con Ponce Lerou. Él lo negó: “Cuando decidí entrar a Norte, me ocupé de estudiar los antecedentes de la compañía y de quien era su controlador y concluí que Julio Ponce no había obtenido SQM como producto de la entrega, por parte del Estado, bajo un precio irrisorio durante la dictadura. Por el contrario, él ingresó como director de SQM en la década del 80 y más tarde, en la década del 90, ya con el advenimiento de la democracia, consiguió el control. Además, supe que Julio Ponce jamás estuvo asociado a hechos de sangre, ni vinculado a agentes del Estado que cometieran los hechos que todos conocemos”.
Las intercesiones de Marcelo Rozas
Julio Ponce y Patricio Contesse conocieron a Marcelo Rozas cuando era director de la revista Hoy.
El filósofo venía de asesorar al gobierno de José Napoleón Duarte en El Salvador (1984-1989), junto a José Miguel Fritis y Miguel Salazar, con quienes compartió el apodo de “los salvadoreños” en la interna de la DC, partido en que militó desde 1968. En los actuales registros partidarios su inscripción data del 10 de septiembre de 1987 y está en calidad de “suspendido”, porque —al igual que Calderón— no se refichó en 2017.
La mirada más global de la política que Rozas tenía le permitió a Ponce mapear el nuevo escenario político que se abría tras el término de la dictadura. Y hacer contacto con la DC.
SQM se convirtió en el gran avisador de Hoy “con contraportadas, páginas a todo color e insertos comerciales que aparecieron hasta 1998, cuando la revista cerró definitivamente. Creo que a partir de ese nexo la Democracia Cristiana empezó a recibir plata de Soquimich, financiamiento que luego se amplía a otros partidos de la Concertación” planteó Manuel Salazar, autor del libro “Todo sobre Julio Ponce Lerou”, en entrevista con revista Caras el 24 de abril de 2015.

Marcelo Rozas conoció en los años 90 a la dupla Ponce-Contesse: con los años abriría la llave al mundo DC y ciertos personeros del PS.
Ante los fiscales, en marzo de 2015, Marcelo Rozas —estrecho amigo de Gutenberg Martínez y Soledad Alvear—reconoció que con ambos ejecutivos de SQM “se fue creando cierta amistad y confianza profesional (…) fui requerido como consultor debido al proceso de adaptación que presentaba la empresa con el retorno a la democracia”.
En la misma línea testificó Julio Ponce: “Me hice amigo de él, tengo permanentes conversaciones con él”.
Lo que allí no comentaron es que Rozas incluso testificó en favor de Ponce en el largo proceso legal con que el ingeniero forestal dio fin a su segundo matrimonio, según relata el libro de Víctor Cofré.
Los favores eran mutuos. Cuando Michelle Bachelet en su primer mandato obligó a Rozas a dejar la embajada de Chile en República Checa en 2009 —por haber criticado públicamente la cumbre de Líderes Progresistas que se realizaría en Chile— el controlador de SQM lo recomendó al empresario Juan Rassmuss para que lo integrara el directorio de Invercap.
El 4 de mayo 2009 Estrategia publicó sobre la incorporación de Rozas como director independiente. “Es una persona de confianza de la familia” Rassmuss, aunque la publicación reconocía que su nombramiento fue toda una sorpresa.
Rozas es uno de los que debe enfrentar juicio oral. No por las boletas que él haya dado. Se le imputa haber presentado 199 boletas ideológicamente falsas (por $488 millones) de su exesposa Michelle Reymond; su hijo Daniel, Roberto León Araya (hijo del exdiputado del mismo nombre) y de Miguel Salazar, asesor del mismo exparlamentario.
Financiamiento político: un problema permanenteEl financiamiento de los partidos fue oscuro durante gran parte del siglo XX. Según Gonzalo Vial — en la serie “Los grandes poderes de la historia de Chile” publicada por La Segunda en agosto de 1999— entre 1950 y 1970 “la Gran Minería del Cobre (norteamericana), por ejemplo, tenía sus parlamentarios, también los gremios de dueños del transporte, y asimismo los trabajadores cupreros”.En paralelo, narraba, “se comienzan a recibir dineros del exterior” para todos los partidos. Y menciona dineros de la URSS para el PC criollo, dineros peronistas para el Ibañismo, de la CIA para la derecha y la DC, “y para ésta además dineros de fundaciones alemanas”.“Nadie dejó de recibir, poco o mucho” concluía.
Antes de 2003, las donaciones políticas no estaban reguladas. Desde esa fecha —y tras el acuerdo político entre gobierno de Lagos y los partidos de la Alianza después de MOP Gate—, se formalizó un esquema que mantenía obligadamente bajo reserva el aporte (salvo que superaran ciertos topes) para el receptor y el público.
Un cambio legal en 2005 corrió la línea de reserva y se estableció que se podían conocer los montos siempre que el donante lo autorizara. Asimismo, se fijó que los aportes a los partidos en tiempos fuera de campaña sobre las 100 UF también serían públicos.
Pero las relaciones entre el dinero y la política siguieron bajo un manto de duda porque las ayudas económicas para los candidatos desde entonces comenzaron a quedar caratuladas como aportes anónimos o reservados.
No obstante, cada partido reconocía a sus propios patrocinadores. Así lo comprobó La Segunda en el reportaje “Los Mecenas de la política” (de abril de 2012) en el que surgió un listado que incluía a los grupos Luksic, Solari, Angelini, Eleodoro Matte, Álvaro Saieh, Horst Paulmann, Carlos Cardoen, José Yuraszeck y Carlos Alberto Délano, entre otros. Pero nadie admitió haber recibido ayuda de Julio Ponce Lerou.
“No se me pasó nunca por la mente que los sectores que lucharon contra la dictadura o sus descendientes, los que militaron o crearon partidos para defender la democracia, hayan recibido parte de su sustento de las empresas del ex yerno de Pinochet” escribió en el prólogo de su libro “La máquina para defraudar: los casos Penta y Soquimich” –que apareció en noviembre de 2015— la Premio Nacional de Periodismo, María Olivia Monckeberg, reflejando el estupor de ese mundo cultural al conocerse los donativos del dueño de SQM.
Es decir, haber mediado a favor de otros boleteros: “Yo recomendé a Roberto León Araya con Patricio Contesse, pues se había casado y tenían un hijo y le pregunté si él podía hacerme informes sobre el mercado de los fertilizantes, si tenía la capacidad de especializarse en eso y me dijo que sí”. “A mí me interesaba porque los estándares de los fertilizantes eran cada vez más altos en los mercados internacionales y quería que alguien me hiciera un seguimiento en países como Canadá, Nueva Zelanda, Brasil, India”, agregó en la misma declaración ante la fiscalía.
Del mismo modo Rozas promovió el trabajo de Ventus Consulting (sociedad de los hijos del senador DC Jorge Pizarro Soto) que recibió $45 millones entre 2011 y 2012 por asesorías verbales que le entregaban a él.
“Siempre dije que los hijos del senador Pizarro los presenté yo en SQM. Soy amigo del senador hace mucho tiempo”, señaló a la prensa a la salida del tribunal en febrero de 2015.
El 2 de junio de 2016, Jorge Pizarro Cristi —uno de los hijos del senador— afirmó ante los fiscales que fueron ellos, como hermanos, los que le pidieron a Rozas que los recomendara: “Es un amigo histórico de mi padre y por esa vía se hizo cercano a nosotros (…). Le pedimos que nos pudiera presentar con SQM”.
La empresa —contó— estableció que la contraparte de este servicio fuera Marcelo Rozas, a quien empezaron a presentar los reportes verbales sobre temáticas que éste pedía.
“Recuerdo, por ejemplo, que durante el 2011 y a principios de 2012 venía decantándose el proceso de desintegración de la Concertación y estaba de manera embrionaria el proceso de discusión en torno a generar una nueva coalición que derivaría en la Nueva Mayoría (…). A fines de 2011, estaban las primeras negociaciones para la campaña municipal, lo que nos daría elementos para saber el futuro de esta nueva coalición, lo que constituía un tema de interés para Marcelo”, dijo.
¿En qué medida le podía importar esto a SQM?, consultaron los fiscales.
“A mí me bastaba con que a Marcelo le interesara este tema” contestó.
Al final, Sebastián Pizarro Cristi—hermano de Jorge y representante legal de Ventus Consulting— fue condenado a una pena de 450 días y una multa por haber entregado 11 facturas a SQM por un total de $45 millones. Su padre, Jorge Pizarro Soto —para quien, según la fiscalía, iban los dineros— quedó fuera de la investigación cuando la Corte rechazó su desafuero porque no existía querella nominativa del SII en su contra.
Marcelo Rozas también abogó por la contratación de Imaginacción en 2005 cuando la consultora de Enrique Correa asesoró a Pampa Calichera (dueña del 20% de SQM).
Rozas dijo que Patricio Contesse fue quien le consultó y “mi opinión
fue que sí, que iba a ser de mucha utilidad, porque de alguna manera al contratar una empresa blanqueaba una serie de situaciones informales, que me parecía que Enrique Correa era una persona solvente y que tenía que entenderse directamente con él”, planteó en la declaración que el filósofo dio el 17 de mayo de 2016 a los investigadores del caso SQM.
La consultora de Correa también dejó de asesorar a la minera no metálica cuando Contesse abandonó el cargo de gerente general en 2015.
El epílogo
“Sus apoyos a la política no fueron a cambio de una prebenda, Julio quiso apoyar a gente de todas las creencias. No se singularizó exclusivamente y no lo hizo por el afán de tener una posición. Él quería mantener la democracia en el país”, asegura el abogado Darío Calderón (74) en una entrevista del 15 de junio de 2017 en The Clinic.
Según el exsenador Carlos Ominami —que fue el primer político de izquierda en ser formalizado por financiamiento ilegal en este caso y luego sobreseído por prescripción— no debe considerarse un impedimento ético que fuera Ponce Lerou el que financiara campañas.
“Ser familiar de alguien no es un delito. Creo que Julio Ponce, a quien no conozco ni le he pedido dinero, no es peor ni mejor que otras personas. Como ministro de Economía en 1991 presenté un informe en la Cámara de Diputados planteando que esa privatización de SQM había sido en condiciones completamente irregulares, pero no es la única”, dijo en CNN unos pocos días después de ser sobreseído en junio de 2016.
Y agregó que más que criticar “al yerno de Pinochet, hagamos un cuestionamiento al financiamiento por parte de las empresas. El conjunto de la estructura empresaria chilena es hija de alguna forma de los 17 años de dictadura”.
A sabiendas o no, Ominami le daba un pequeño triunfo a Ponce en su lucha por distinguirse de su exsuegro.
Se cumplía así lo que más de alguna vez le repitió el doctor Julio Ponce Zamora a su hijo a quien llamaba “el negro”.
“Mi papá siempre dijo: «Este negro es una persona de gran riesgo». Me decía: «O príncipe o mendigo». «Este negro siempre está con su full de ases». Todo a riesgo total” recordó Julio hijo en la entrevista de 1983.