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Santiago de Chile.   Lun 07-10-2024
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Centro de Astronomía, U. de Antofagasta.
Creciente protagonismo femenino
Tal como en el resto de la sociedad, la mujer en la astronomía partió en roles invisibilizados, pero gracias al empuje de algunas figuras que se transformaron en íconos, y a un cambio generacional, eso está cambiando fuertemente. Este capítulo lo muestra.
Entrevista
"Me gustaría que la gente pensara en Astronomes" Aparte de su pasión por los exoplanetas, su especialidad, a Bárbara Rojas-Ayala le apasiona reflexionar respecto a los cambios que -cree- necesita la cultura científica chilena y , en especial, la astronómica para superar las brechas de género.

"Me gustaría que la gente pensara en Astronomes"

Aparte de su pasión por los exoplanetas, su especialidad, a Bárbara Rojas-Ayala le apasiona reflexionar respecto a los cambios que -cree- necesita la cultura científica chilena y , en especial, la astronómica para superar las brechas de género.

Bárbara Rojas-Ayala: "Luego de mi estadía por EE.UU. me di cuenta que en Beauchef (la escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile) habían sucedido cosas que me incomodaron".



Por Pilar Pezoa Navarro


Chile es un país privilegiado por tener dos eclipses solares tan seguidos en el territorio nacional. Ya viene el del 14 de diciembre en el sur y aún está latente en la retina la oscuridad total que hubo en La Serena el 2 de julio del año pasado.

Son eventos que ponen a nuestro país en el centro de la atención mundial, pero esta oportunidad que tenemos para maravillarnos con uno de los fenómenos más impresionantes de la naturaleza es un momento clave para conversar de astronomía y, en especial, visibilizar la diversidad de mujeres especializadas que hay en el país.

Bárbara Rojas–Ayala, licenciada en Ciencias por la Universidad de Chile es honesta y reconoce que no había pensado en los sesgos de género mientras estudió en el país. Ni menos las razones del porqué podrían existir. Comenzó a interesarse en esa discusión cuando viajó a Estados Unidos para su doctorado en astronomía en la Universidad de Cornell. Allá se encontró con la discusión de instalar cuotas en los cargos de poder.

La actual Profesora Asociada e Investigadora del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá, fue madre en agosto, en medio de la pandemia. Cuando reflexiona sobre trabajo y familia, sabe que lo primero que debe aclarar es que este no es un “tema” para las mujeres exclusivamente. Que es feliz en este período de adaptación con la maternidad y que también extraña su investigación, conversar de temas más científicos como son las enanas rojas, las enanas marrones y los exoplanetas, su especialidad.

Le interesa la divulgación científica de la misma manera que le apasiona reflexionar respecto a los cambios que -cree- necesita la cultura científica chilena y, en especial, la astronómica para superar las brechas de género.

-Dos mujeres ganaron el Nobel de química por reescribir el código de la vida y, por primera vez una mujer, Andrea Ghez, ganó el Nobel de Física por sus estudios de los agujeros negros que se encuentran en el centro de nuestra galaxia. ¿Por qué crees que durante todos estos años hay tan pocas mujeres con este reconocimiento?
-Ha habido sistemáticamente varias candidatas y, por alguna razón, son pocas las escogidas. Creo que quizás tenga que ver con que, desde que se instauró el premio, los jurados en su mayoría son hombres. También hay un contexto histórico que nos recuerda que las mujeres no tuvieron acceso a la educación ni a ser científicas por siglos. No es que el jurado lo haga de una manera deliberada como diciendo “somos hombres y vamos a celebrar a hombres”, sino que es una especie de privilegio. Ellos no se dan cuenta de esto y la sociedad también lo ve como algo normal y, por lo tanto, se referencian entre ellos, porque entre ellos se conocen. Está el caso de Susan Jocelyn Bell Burnell, una estudiante de postgrado que descubrió la primera radioseñal de un púlsar en 1967, pero el Nobel se lo adjudicó el profesor, pese a que sí se han dado otros Nobel a estudiantes. El reconocimiento debió haber sido compartido. Otra injusticia fue lo que sucedió con Vera Rubin, la genio de la astronomía que debió recibir el Nobel por descubrir que existen las curvas de rotación de las galaxias. Pero murió sin esta distinción. En nuestro país hicimos algo para honrarla. El observatorio llamado Gran Telescopio para Rastreos o Sondeos Sinópticos hoy tiene su nombre. Los descubrimientos de las mujeres, por alguna razón, se ven menos espectaculares cuando en realidad lo que hizo Vera Rubin cambió completamente nuestra idea sobre cómo son las galaxias y finalmente el universo. Tuvo repercusiones súper fuertes. Pero al no nombrarlas, al no verlas, no existen.


Cartas con sesgos

-¿Cómo se vive la brecha entre hombres y mujeres en la astronomía?
-Es un hecho que la oferta de mujeres es mayor cuando se empieza a estudiar en la licenciatura, pero a medida que avanzan al doctorado, postdoctorado, el número de mujeres decae. Pareciera que aparecen sesgos de género en quienes eligen a las personas para cargos como investigador, profesores y otros similares. Lo comento porque estoy evaluando cartas de recomendación y es increíble ver el sesgo que existe para las cartas de un hombre en comparación con las de una mujer. Esto es independiente si está escrito por una mujer o un hombre. Es la sociedad en su conjunto; no es que los hombres escriban para los hombres, no. En la carta se tiende a decir que ese joven es brillante, el mejor de su clase. Lo que se ve en las cartas de mujeres son cosas como: ordenada, simpática, es agradable trabajar con ella, siendo que esa mente es igualmente brillante que la otra. Cuando escribimos cartas deberíamos saber que estos sesgos existen, que los tenemos y tratar de deshacernos de ellos al ser conscientes de que inconscientemente los tenemos.
Una de las cosas más potentes que se están haciendo ahora es visibilizar a las científicas. Que una astrónoma haya ganado el Nobel va a cambiar todo y eso afectará a una generación nueva. Los papás podrán evaluar con otros ojos cuando su hija quiera ser astrónoma porque leyeron entrevistas y artículos de la ganadora del Nobel. Ya no se verá raro. Veo en Chile a una comunidad de científicos que está muy preocupada de las cosas que están pasando. Trabajo en una Red de Investigadoras, algo que no existía hace 3 años y reflexionamos sobre temas cotidianos. La Red ha sido fundamental en el tema de los acosadores y abusos sexuales dentro de las universidades. También en las malas prácticas que se hacen con investigadoras jóvenes y colaboramos para legislar al respecto.

Otra injusticia fue lo que sucedió con Vera Rubin, la genio de la astronomía que debió recibir el Nobel por descubrir que existen las curvas de rotación de las galaxias. Pero murió sin esta distinción’Bárbara Rojas-AyalaAstronoma y profesora U. Tarapacá


-En tu caso personal, entiendo que desde el colegio querías ser abogada, entraste al plan común de la Universidad de Chile y luego optaste por astronomía. ¿Cuál era el panorama de las mujeres en astronomía cuando comenzaste a estudiar?
-Agradezco haber sido ignorante respecto del tema de género y las brechas durante esos 5 años de universidad. Luego de mi estadía en EE.UU., comencé a mirar hacia atrás y me di cuenta que en Beauchef (la escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile) habían sucedido cosas que me incomodaron. Recuerdo que un compañero no podía entender que yo hubiera tenido la mejor nota entre 600 personas en una prueba de álgebra. Me decía: Bárbara, imposible. Y me pregunto ahora por qué. ¿Era porque yo, Bárbara, era más tonta que él o porque era mujer? No me gustaba llegar a una clase en especial y ahora sé que era porque si llegabas tarde ese profesor hacía comentarios sobre tu cuerpo, ruidos extraños, y todos mis compañeros terminaban muertos de la risa. Hoy eso no sucedería.


Ley de cuotas

-¿Crees que las mujeres en cargos de influencia abren las puertas para que más mujeres se integren a este saber científico?
-Las abrirá si esa mujer es consciente de lo que está haciendo. Hay mujeres que dicen que llegaron a cargos de poder por sus logros, y plantean que a las mujeres más jóvenes les debe costar lo mismo que a ellas. Existen. Hay otras que no, que están bastante más conscientes del problema y pueden intentar cambiar la dinámica para que mujeres que están plenamente preparadas puedan llegar a esas posiciones, sin las dificultades adicionales que ellas tuvieron. Desde la visibilidad, claro que ayuda ver más mujeres en estos cargos. Ya no es algo anormal. Si vemos sólo a una mujer en esos puestos, la primera conclusión fácil y errónea es que ellas no están preparadas para estos cargos, que son débiles y tienen algún problema; pero están totalmente equivocados.

-¿Cuál es tu reflexión respecto de implementar la ley de cuotas para las mujeres en cargos de poder?
-Creo que en este instante las cuotas sí son necesarias. Veo mucha resistencia a las cuotas de parte de mujeres y hombres, porque es visto como injusto. Muchos dicen que hay que elegir al mejor; pero cuando me dicen eso, yo les respondo: tú por default crees que el mejor va a ser un hombre. No se dan cuenta que, por el hecho de ser hombres, tienen el privilegio. Si uno no es consciente de los sesgos va a elegir por probabilidad a un hombre que una mujer, teniendo ambos las mismas características profesionales. Las cuotas no serían necesarias si todos viviéramos en esa sociedad que añoramos donde las cosas son justas. Pero actualmente sabemos que no es así con las mujeres. Ellas deben ganar el doble de premios para ser reconocidas, por ejemplo. Mucha de la presión que encontramos con la discusión acerca de la ley de cuotas es que le darán el premio por ser mujer y no por su preparación. Si es así, es una mala implementación de la ley de cuotas.


Red de investigadoras“Una de las cosas más potentes que se están haciendo ahora es visibilizar a las científicas. Que una astrónoma haya ganado el Nobel va a cambiar todo y eso afectará a una generación nueva. Los papás podrán evaluar con otros ojos cuando su hija quiera ser astrónoma porque leyeron entrevistas y artículos de la ganadora del Nobel. Ya no se verá raro. Veo en Chile a una comunidad de científicos que está muy preocupada de las cosas que están pasando. Trabajo en una Red de Investigadoras, algo que no existía hace 3 años y reflexionamos sobre temas cotidianos. La Red ha sido fundamental en el tema de los acosadores y abusos sexuales dentro de las universidades. También en las malas prácticas que se hacen con investigadoras jóvenes y colaboramos para legislar al respecto”.


-¿Cuáles crees que son las razones por el bajo número de mujeres que optan por carreras científicas y tecnológicas?
-Creo que la invisibilización es un tema central. No sabía que podía ser astrónoma. Sólo lo supe cuando entré a ingeniería. Nunca lo vi como algo cercano, algo que pudiera hacer. Y eso que estamos en un país donde hay telescopios y observatorios súper importantes para la investigación de la astronomía en el mundo. Hoy el panorama ha cambiado muchísimo. Tenemos telescopios gigantes en el norte, los departamentos de astronomía han crecido y creado personas formadas en astronomía y divulgación. Eso ha ayudado a visibilizar la astronomía y a las mujeres en astronomía. Me gustaría que la gente pensara en astronomes. A esa diversidad me extiendo.

-Hay un llamado a terminar con los estereotipos porque, tal como afirmas, la ciencia necesita diversidad y creatividad. ¿Qué pasa con los estereotipos en la publicidad?
-Me apestan los estereotipos. Entiendo que existan porque es la forma más fácil que tenemos en nuestro cerebro para tratar de calzar y comprender algo. Me da lata ver comerciales para celebrar el día del niño donde la niñita está en una cocina rosada, y al otro lado aparece un niño con juguetes de construcción, un planetario o un telescopio. Hace poco hubo un comercial de autos donde se veía al papá con el niño arreglando el auto y al lado aparecía una niña con un delantal blanco. Por qué no pusieron a la niña también revisando el motor del auto, si la curiosidad entre el niño y la niña es la misma. Me da lata que desde chicos estemos imponiendo a los niños los colores asociados al género o algunos mensajes en la ropa. En los niños leo: es campeón, súper héroe, en las niñas es princesa. Te repito que me da lata que aún sigan existiendo esas cosas.


Perder el tiempo


-¿Cómo has vivido el tema de conciliación entre trabajo y familia? ¿Es un tema que sigue siendo “tema” para las mujeres exclusivamente?
-Según estadísticas, los hombres que se toman el postnatal son muy pocos, y eso revela lo machista que puede llegar a ser nuestra sociedad; pero también se puede leer como la visibilización de la brecha en términos de salario. En general los hombres ganan más. Entonces por qué vamos a vivir con el sueldo de la persona que gana menos ahora que tenemos guagua. Es mejor que esa persona se quede en la casa, y esa persona es la mujer. Siento que los hombres, con la pandemia, se han dado cuenta de lo que es trabajar con la familia, y han visto lo que significa cocinar, hacerse cargo de los niños y además trabajar.


-En tu caso ¿cómo se articula esta frágil relación?
-Me da pena mi país en el sentido de que no se privilegia la familia. Si queremos sacar estos sesgos de género, es bueno ver a la familia como un todo, porque si seguimos dándole el peso a la mujer que debe ser la cuidadora no vamos a cambiar nada. Si Chile quiere pensar en sus niños y cómo nos relacionamos, el post natal debería ser para ambos. A veces pienso que estoy perdiendo 6 meses de investigación. Quizás ahora muchos investigadores hombres están sintiendo eso con la pandemia. No pudieron viajar y hacer varias cosas, tal vez sientan que es un post natal en el sentido que no pudieron realizar cosas. Algo vinculado al timming. Me ofrecen algo bueno, iba a dar una charla y no pude. Mi miedo tiene que ver con perder oportunidades que me van a ayudar con mi investigación. Pero luego me relajo, sé que está todo bien y sigo disfrutando mi maternidad.



Reportaje
Mujeres suman Mujeres: Nueva generación de astrónomas Chile no puede darse el lujo de desaprovechar a las nuevas generaciones de astrónomas talentosas. Pero queda todavía camino que recorrer para lograr que los sesgos de género sean removidos.

Mujeres suman Mujeres: Nueva generación de astrónomas

Chile no puede darse el lujo de desaprovechar a las nuevas generaciones de astrónomas talentosas. Pero queda todavía camino que recorrer para lograr que los sesgos de género sean removidos.

Denise Riquelme, egresada de Astronomía de la U. de Chile, trabaja actualmente en el estudio Max Plack de Radioastronomía en Alemania, donde investiga la formación estrellas en el centro galáctico (Créditos: Denise Riquelme).




Por Pilar Pezoa Navarro

Una estudiante de astronomía debía caminar 10 minutos cada vez que quería ir al baño, porque en la facultad había sólo un baño para mujeres y estaba al otro lado del campus. Era 1976. El lugar: la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, en el campus Beauchef. Esta historia es uno de los recuerdos de la doctora en Astrofísica, Mónica Rubio, quien hoy es profesora titular y académica del Departamento de Astronomía de esa misma casa de estudios.

En el año 2018 se vivió la Revolución Feminista en Beauchef. El ambiente seguía siendo extremadamente masculinizado y la manifestación expresó, entre otras cosas, que el 25% de esa facultad estaba compuesta por mujeres, quienes además cuestionaban cómo se estaba impartiendo la enseñanza.

La manifestación fue un espacio para reconocer que había muchos comportamientos que la comunidad estaba normalizando, cuando no había que normalizarlos. La denuncia de los abusos de poder y el acoso, la educación no sexista, la conciliación de la vida familiar con la laboral, la presencia de mujeres en cargos académicos, entre otros temas, dejaron en evidencia la desigualdad de género que aún existe en el ejercicio de la ciencia y tecnología en el país.

Chile no puede darse el lujo de desaprovechar a astrónomas profesionales talentosas al sub representarlas o reducir su participación por una cuestión de género. Estamos en un momento interesante en la astronomía. El país concentrará los instrumentos más grandes y poderosos para ver las estrellas en la próxima década.

En el año 2000 había 3 universidades con 30 doctores en astronomía. Hoy, son 17 universidades con más de 200 astrónomos contratados, todos con sus doctorados. Además, hay una masa de investigadores postdoctorales que muestran un crecimiento exponencial del talento y capacidad humana. A esto se suma que entre 600 y 700 estudiantes ingresan cada año a las diferentes licenciaturas y programas de doctorado.


Cada vez hay más mujeres estudiantes de astronomía. En la carrera académica, la situación cambia. Mónica Rubio reconoce que las personas que están hoy en posiciones de liderazgo tienen una formación donde muchos sesgos de género no son reconocidos


El estudio “Realidad nacional en formación y promoción de mujeres científicas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas”, encargado en el año 2015 por CONICYT (Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica), transformado hoy en ANID (Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo), demostró que la participación femenina en Educación Superior ha aumentado paulatinamente durante los últimos años, llegando a más del 52% de las matrículas del sistema de Educación Superior. Estos datos contrastan con la inequidad vertical que enfrentan las mujeres: representan apenas el 28% de los postdoctorados; solo 19% en puestos académicos y casi desaparecen a la hora de ocupar cargos directivos en la academia o de liderar proyectos.

El estudio demostró que en el FONDECYT 2017 apenas el 26% de los recursos para investigación fue adjudicado a científicas. En el área de matemáticas ninguna mujer se adjudicó fondos, es decir, se encontró un 0% de participación femenina.

2014: Año clave

Una de las políticas institucionales iniciales que instauró la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile fue el Programa de Ingreso Prioritario de Equidad de Género (PEG). Su objetivo es corregir las inequidades que hay en el ingreso al Plan Común de la Escuela de Ingeniería y Ciencias. A través de 40 cupos extras, esta iniciativa promueve el ingreso exclusivo para las mujeres que están en lista de espera, donde el único requisito es postular en primera opción. El 2014 fue el primer año en que se aplicó. En ese entonces, la propuesta fue bastante controversial porque la gente lo veía como si estuvieran favoreciendo a mujeres para que ingresaran a la universidad.

Las recientemente tituladas en astronomía Teresa Paneque (22 años), Teresa Valdivia (22 años) y Francisca Contreras (24 años) entraron el mismo año en que se aplicó esta iniciativa. Ninguna de ellas lo hizo bajo ese programa, pero sí vieron sus resultados. Hoy, las tres profesionales son representativas de la nueva generación de mujeres científicas chilenas.

En 2017 la chilena Natalie Ulloa a sus 29 años vio el primer punto de luz generado por una colisión de dos estrellas de neutrones de 20 kms. de diámetro. Este evento ratificó una de las teorías de Albert Einstein.



Francisca Contreras, quien hoy es divulgadora del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA) comenta que el programa demostró que, primero, las mujeres no le quitan cupo a ningún hombre; y segundo, la diferencia de puntaje de la última mujer que ingresa por cortes es alrededor de 3 puntos. Es marginal. “Este es un programa que ha permitido que más mujeres entren, no sólo por esos primeros 40 cupos, sino porque las mujeres se atreven y postulan”, reconoce.

Teresa Paneque, que está ad portas de iniciar su doctorado, fue testigo de un “cambio radical en la facultad respecto a temas de género y feminismo”. Recuerda que en 2014 el mechoneo incluía acciones sexistas como la elección de la reina y una cultura de los llamados “padrinos” que prácticamente debían “casar” a las mechonas. Era algo de lo que se hablaba abiertamente en el patio. El 2015, se prohibieron las actividades sexistas en el mechoneo y al siguiente año se canceló definitivamente esa forma de dar la bienvenida a los y las estudiantes nuevas. Hoy las bienvenidas son mucho más civilizadas sin exponer a los estudiantes ni sexualizarlos.

Mónica Rubio recuerda que en sus años de estudios probablemente sufrió muchas situaciones que serían inaceptables para las estudiantes jóvenes de hoy. Reconoce que tener un foco tan bien definido en la dedicación académica le sirvió para “protegerse” de muchos aspectos negativos que mirados en perspectiva dice: “pucha, cómo no me di cuenta”.

Chistes de mal gusto

Hoy, aún existen algunos comportamientos de compañeros y profesores que suelen ser incómodos. Desde Alemania pronta a iniciar su doctorado, Teresa Valdivia recuerda que ella y sus compañeras no respondían muchas preguntas en clases, “en particular los profesores más viejos hacían comentarios poco atinados. La clase se reía porque tenía que reírse. Por suerte nunca noté ese sesgo en los profesores más jóvenes”, recalca.

Francisca Contreras coincide con que lo más complicado eran los chistes de mal gusto. También recuerda que a las estudiantes les costaba ir a revisar sus notas porque sus compañeros iban a comentar que se las subieron por ser mujeres, o que coqueteaban al ayudante que pone la nota. “Se notaba que las mujeres se restaban de esos espacios académicos”, comenta.

“Lo bueno de este grupo es que cualquiera cosa que preguntes, a alguna le ha pasado, lo ha vivido o lo sabe y se comparte. Eso es maravilloso” comenta Laura Pérez. Recuerda que impulsaron una capacitación de liderazgo que duró varios meses para que las académicas “tuviéramos herramientas para echarnos en la mochila y cuando las necesitáramos las usáramos”, sostiene.

Teresa Valdivia fue la primera alumna de Mónica Rubio en la tesis para el magister. Teresa Paneque hizo su magister bajo la tutela de Laura Pérez. Ambas tesistas reconocen que vieron en sus profesoras un ejemplo a seguir. “Si Mónica pudo, porqué yo no”, afirma Teresa Valdivia. “Sentí una cercanía y representación muy fuerte. Veo a Laura y me siento reflejada”, recuerda, Teresa Paneque.

Es un hecho que disponer de referentes es clave para fomentar vocaciones. Pero no sólo eso. Pareciera que en el siglo XXI ya no hace falta ser una astrónoma consolidada para que se reconozcan sus aciertos científicos, como sí le pasó a la generación de Mónica Rubio o María Teresa Ruiz, por nombrar algunas de las científicas más reconocidas públicamente. O ir más lejos y recordar que a Adelina Gutiérrez que nunca la reconocieron, consolidada o no.


Maritza Soto, con 25 años en ese momento, descubrió en 2015 un planeta con tres veces la masa de Júpiter.


Es cosa de comparar el caso de Jocelyn Bell Burnell. Ella detectó y analizó un nuevo tipo de estrellas, denominadas posteriormente púlsares, mientras era estudiante de postgrado. Cuando en 1974 el comité del Nobel en Suecia concedió el galardón en física por ese hallazgo, el premio fue compartido por su supervisor de postgrado Antony Hewish y por el astrónomo Martin Ryle. Bell Burnell fue totalmente ignorada.

En cambio, y aunque no se trata de un Nobel, en 2017 la chilena Natalie Ulloa a sus 29 años ganó un espacio en el mundo de la Astronomía a nivel internacional cuando vio el primer punto de luz generado por una colisión de dos estrellas de neutrones de 20 kms. de diámetro. Este evento ratificó una de las teorías de Albert Einstein. Gracias a su descubrimiento, se convirtió en coautora de tres trabajos publicados por la revista científica más importantes del mundo, Science y Nature.


Cuando decides ser académica

Cada vez hay más mujeres estudiantes de astronomía a nivel de pre grado. En la carrera académica, la situación cambia. Mónica Rubio reconoce que las personas que están hoy en posiciones de liderazgo son aún mayoritariamente hombres, que además tienen una formación donde muchos de estos sesgos de género no son reconocidos; por lo tanto, les ha costado mucho más asumirlos.

El mencionado estudio de CONICYT reveló que la brecha de género se agranda a medida que se avanza en la carrera académica y los hombres lo perciben menos que las mujeres o lo ven como algo normalizado. Otra percepción divergente entre hombres y mujeres es la velocidad de la carrera. Mientras para la mayoría de ellos (57%) avanzan con igual rapidez, ellas (76,8%) señalan que los hombres avanzan más rápido. Cuando se trata de medidas de igualdad, también hay diferencias: el 69% de las mujeres está de acuerdo en crear becas especiales, mientras el 54% de ellos no lo está.

Teresa Paneque cree que el mundo sería un lugar muy distinto si a las mujeres se les hubiera permitido ir a la universidad y estudiar este tipo de carreras. Explica que esto no debe verse como un favor o por caridad. “Las mujeres son necesarias para resolver los desafíos del futuro, porque no podemos resolver los problemas de la humanidad solamente con el 50% de ella. Es ridículo”, afirma.

Las inequidades que enfrentan las mujeres durante su formación se visibilizan más cuando están relacionadas con el rol tradicional de género del cuidado familiar y social, el cual está inequitativamente repartido.

En el caso Mónica Rubio, la maternidad era muy importante y no la postergó. Eso implicó que todo fuera más lento, las promociones más tardías y el reconocimiento al aporte científico que hizo tomó más tiempo. “Los colegas hombres de mi generación lograron las promociones y avanzar en la carrera académica muchísimo más rápido. Eso es así”, señala. En la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas en la Universidad de Chile trabajan para implementar algunas disposiciones que permitan que, al medir el desempeño académico de una mujer y un hombre, se considere la maternidad como un factor.

Las AdelinasMónica Rubio recuerda que cuando comenzó los cursos de la licenciatura en astronomía tuve clases con Adelina Gutiérrez, la primera chilena en obtener el Doctorado en Astrofísica y la primera mujer en integrarse a la Academia Chilena de Ciencias. “Un ejemplo a seguir”, recuerda. Reconoce que le llamó la atención que Adelina, pese a tener más pergaminos y publicaciones que todos los otros colegas, nunca llegó a ser directora del Departamento de Astronomía. Nunca accedió a un cargo de responsabilidad. “Uno no se preguntaba si era porque no quería, pero con el tiempo supimos que nunca se lo ofrecieron”, recalca. Para la académica Laura Pérez, galardonada con el Premio de Excelencia “Adelina Gutiérrez” 2019, que busca relevar la trayectoria científica de investigadoras de menos de 40 años, la científica “debió ser una persona con mucha entereza, fuerza y pasión por lo que hacía, porque estoy segura de que sorteó muchas barreras en esos años”, afirma. Laura además es integrante del grupo llamado “Las Adelinas” formado por cerca de 40 académicas de diversas profesiones de las ciencias, físicas y matemáticas de la U. de Chile, de todas las edades y diversos cargos. Desde 2011 se reúnen una vez al mes para reflexionar sobre temas de género y cómo estimular el ingreso de mujeres a las carreras científicas.


Eso no quita que cada vez haya más padres de familia que también son astrónomos que toman post natales. “Puedo ver en mi generación que eso disminuye, pero aún queda un largo camino por recorrer. Lo que nos queda es el trabajo en las familias”, comenta Teresa Valdivia.
Junto con las reflexiones sobre conciliación entre vida familiar y laboral, aparece la discusión sobre la ley de cuotas. Mónica Rubio sí está de acuerdo. Cree que es el mecanismo que permite lograr paridad de manera más rápida. Cuenta que la experiencia en las áreas donde las cuotas se han establecidos demostró que el desarrollo es muchísimo más rápido y permitió que muchas mujeres muy capaces y talentosas hayan hecho una carrera y alcanzado posiciones de liderazgo; y aún más, “abriendo estos espacios y demostrando en la sociedad que el talento está distribuido independiente del género. Es cosa de tener las oportunidades para lograrlo”, comenta.

Partir desde la primera infancia

Un estudio publicado por la revista Science en enero del 2017 reveló que desde los seis años las niñas comienzan a auto percibirse como menos brillantes o inteligentes que los niños, particularmente en el área de las matemáticas. Las niñas de esa edad desestimaron asociar la “brillantez” al género femenino además de decidir evitar participar en actividades que fueron etiquetadas para “niños muy inteligentes”.

La investigación demostró que la socialización recibida durante la infancia en el primer ciclo educativo está profundamente permeada por los estereotipos de género, lo cual impacta directamente en la formación de sus intereses y en las decisiones que tomarán en el futuro.

Las astrónomas Teresa Paneque y Francisca Contreras querían aprender y estudiar astronomía para ser las eternas estudiantes, pero a la vez estar involucradas en actividades de docencia. Las dos sabían que eran buenas para las matemáticas y confiaban en sus talentos numéricos. Hoy imparten cursos on line para niños y niñas desde los 6 a 12 años en el Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile.

“La curiosidad es algo muy intrínseco en chicos y chicas”, cuenta Teresa Paneque. Reconoce que mientras más pequeños se atreven a hacer más preguntas. Luego, se instala “la vergüenza”, complementa Francisca Contreras.

A los cursos de ambas astrónomas asisten mayoritariamente hombres. Por eso, Teresa Paneque busca que sus alumnas alucinen. “Cuando logras instalar esa semilla de curiosidad en el cerebro de una chiquilla, y que ella diga: quiero aprender más sobre esto. Ahí se va a desatar una fuerza que nadie va a poder detener”, enfatiza. Eso va por supuesto también hacia los niños, pero –confiesa la profesional-, a los niños nunca los inhiben con esa capacidad de hacerse preguntas que sí pasa con las mujeres, concluye.
Ensayo
Pioneras en astronomía: "Las señoritas de la sección de cálculos" No sólo se ocultaba su aporte en los informes oficiales y se les pagaba hasta cuatro veces menos que a los hombres, que trabajaban cumpliendo las mismas funciones y horarios, sino que a la gran mayoría de estas mujeres se les quitó también parte de sus sueldos, como una forma de “economizar”..

Pioneras en astronomía: "Las señoritas de la sección de cálculos"

No sólo se ocultaba su aporte en los informes oficiales y se les pagaba hasta cuatro veces menos que a los hombres, que trabajaban cumpliendo las mismas funciones y horarios, sino que a la gran mayoría de estas mujeres se les quitó también parte de sus sueldos, como una forma de “economizar”.

La versión estadounidense de esta historia son las calculistas del Observatorio Astronómico de Harvard, en Estados Unidos (en la foto). Pero en Chile trabajaron más precariamente y no hay ni siquiera un registro fotográfico que las recuerde.




Por Lorena B. Valderrama




Aunque en general la astronomía la asociamos más a renombrados científicos, las mujeres han jugado un papel crucial en el conocimiento que tenemos sobre el universo. Sin embargo, poco sabemos de ellas, dado que su contribución usualmente ha sido invisibilizada y minimizada. Robos de autoría y descubrimientos, la doble carga con el trabajo doméstico, discriminación y situaciones de acoso y abuso sexual son parte de lo que muchas mujeres astrónomas y astrofísicas han tenido que vivir y que hemos conocido por la prensa en los últimos años. Esta historia no es reciente, sino que forma parte de la trayectoria femenina en ciencias. Con todos estos problemas y desafíos, las mujeres han logrado insertarse en los campos científicos y contribuir al conocimiento del universo. Por ejemplo, la producción de mapas celestes durante el siglo XIX sólo se pudo desarrollar gracias a la contribución femenina.

Las mujeres de finales del siglo XIX lucharon por que las dejaran ingresar a la universidad. Se formaron con profesores particulares, tutores, institutrices y en colegios femeninos. Entre 1870 y 1890, crearon medios de comunicación y presentaron peticiones ante políticos. En medio de este nuevo escenario, entraron a trabajar en los observatorios astronómicos, porque estos necesitaban aumentar drásticamente su personal y a las mujeres se les pagaba la mitad o un tercio que a los hombres. Eran, por lo tanto, mano de obra más barata que los hombres y se dedicaban a fotografiar astros y calcular los tiempos de tránsito de estos.

Este fue el caso del Observatorio Astronómico de Harvard, en Estados Unidos en el que trabajaron más de 80 mujeres durante varias décadas, en un periodo donde aún no tenían derecho a voto. En Chile también las mujeres se dedicaron a la astronomía dentro del Observatorio Astronómico Nacional, pero su situación laboral fue más precarizada, porque a la mayoría se les recortaron sus ya bajos sueldos, se les amenazaba constantemente con despedirlas, e incluso a algunas ni siquiera les hicieron contrato o se les agredió física y verbalmente.

Las primeras cuatro mujeres que contrató el Observatorio Astronómico Nacional (OAN), en 1909, fueron Teresa Flores, Laura Neira, la ayudante de escuela Teresa Herrera y Elisa Weber, quien dirigió y capacitó al equipo femenino hasta 1911

Todo esto sucedió bajo la dirección del astrónomo alemán Federico Ristenpart (1889-1908) y es una historia que podemos conocer porque en 1912 se abrió una investigación sumaria del Ministerio de Instrucción Pública (hoy Ministerio de Educación), que dejó un excelente registro sobre la existencia y contribución de estas mujeres.

Las cuatro precursoras

Las mujeres comenzaron a trabajar de manera sistemática y creciente en el Observatorio Astronómico Nacional en puestos científicos y técnicos a partir de 1909. Con el tiempo, superaron al personal masculino en la Sección Astrofotográfica, e igualaron a los hombres en la Sección de Cálculos. Las primeras cuatro mujeres que contrató el OAN fueron Teresa Flores, Laura Neira, la ayudante de escuela Teresa Herrera y Elisa Weber, quien dirigió y capacitó al equipo femenino hasta 1911. Al igual que en el resto de países, su contratación se debió a que las tareas de observación y registro del observatorio habían aumentado muchísimo y se requería triplicar el personal de la institución, pero no podían pagarle el sueldo a tantos hombres. En ese entonces, a las mujeres no sólo se les pagaba muchísimo menos que a los hombres, sino que ni siquiera tenían derecho a votar y muy pocas habían podido estudiar en la universidad.

Pese a todas estas limitaciones, estas pioneras en el campo de la astronomía formaron parte de la Sección de Astrofotografía y tuvieron como primera tarea la ampliación del Catálogo de Córdoba. Esta tabulación de estrellas, era una ampliación de la Cape Photographic Durchmusterung, una empresa global que había logrado reunir más de 580.000 estrellas. También las nuevas trabajadoras del OAN se dedicaron a confeccionar 200 diapositivas para ser usadas en conferencias astronómicas.

En 1910 se sumaron seis mujeres más, equiparando la cantidad de hombres a cargo de labores técnicas y científicas en el OAN. Este fue el caso de Olga de Serres, quien se sumó a la Sección de Astrofotografía para realizar la Compilación de estrellas del Catálogo de Santiago y las Fotografías del cometa Halley. Las otras cinco se contrataron para continuar el trabajo de la ampliación de la Cape Photographic Durchmusterung, junto con Teresa Herrera y Laura Neira. Ellas fueron Luz Banda, Ester Maureira, Juana Gianini, Elena García y Cristina Kroëger.

Estas mujeres, sin duda, eran bastante excepcionales, puesto que en el censo vigente en la época (el de 1907) sólo hay registro de la existencia de 11 mujeres en todo el país que estaban trabajando como “científicas”, aunque a la fecha aún desconocemos quiénes eran y a qué se dedicaban exactamente. Además de estas 11 científicas, sólo otras 30 mujeres en Chile contaban en ese momento con un título universitario: tres eran abogadas, siete eran médicos, diez eran dentistas y otras diez farmacéuticas. Es importante recordar que las mujeres en Chile sólo habían podido acceder a la formación universitaria después de la firma del llamado Decreto Amunátegui de 1877 y su inserción en el mundo profesional y científico había sido lenta. Una década después se titularon las primeras tres médicas cirujanas. En 1899, se graduó la primera farmacéutica y en 1909 aún no entraba a estudiar ingeniería la primera mujer, Justicia Acuña Mena, quien ingresaría a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile recién en 1913, posiblemente inspirada por estas mujeres astrónomas quienes trabajaron en el observatorio junto a su hermano, el calculista Sansón Radical.

El trabajo de estas mujeres en el observatorio fue bastante invisibilizado por sus colegas en la época. Por ejemplo, si revisamos las memorias institucionales, se les menciona poco como autoras de alguna contribución y cuando se habla de lo que habían hecho sólo se les menciona como “las señoritas de la sección de cálculos”.

El trabajo de estas mujeres en el observatorio fue bastante invisibilizado por sus colegas en la época. Por ejemplo, si revisamos las memorias institucionales, se les menciona poco como autoras de alguna contribución y cuando se habla de lo que habían hecho sólo se les menciona como “las señoritas de la sección de cálculos”. No figuran como autoras de tablas de datos, observaciones o textos de carácter interpretativo de resultados, aunque sí se sabe que ellas calculaban datos, realizaban compilaciones que se publicaban luego en tablas y utilizaban instrumentos.


Ninguna nombrada astrónoma


A estas primeras astrónomas estatales, no sólo se ocultaba su aportación en los informes oficiales y se les pagaba hasta cuatro veces menos que a los hombres que trabajaban cumpliendo las mismas funciones y horarios, sino que a la gran mayoría de estas mujeres se les quitó también parte de sus sueldos, como una forma de “economizar” los gastos de la institución científica estatal. Pese a que eran funcionarias públicas, el director del observatorio les pagaba menos que el sueldo asignado, les hacía firmar recibos falsos y con el dinero que les recortaba, le pagaba a otras mujeres que trabajaban en el observatorio, pero sin contrato. Durante años, las mujeres guardaron silencio, pues tenían miedo de ser despedidas, ya que el director constantemente las amenazaba.

Incluso una sufrió maltrato verbal y físico por parte de Ristenpart, denuncia que fue respaldada por el testimonio de otros trabajadores. Este fue el caso de Dolores Fernández, quien había sido nombrada secretaria suplente del Observatorio a inicios de 1912. Tras cumplir esta tarea fue nombrada Fotógrafa Segunda en la Sección de Astrofotografía, con la promesa de que si se perfeccionaba en matemáticas podría solicitar su traslado a la sección de cálculos, apenas se abriera una vacante. Para ello, Fernández se preparó contratando un profesor particular. Sin embargo, cuando hubo una vacante disponible, el director del observatorio le negó esta promoción. Ella, al exigir una explicación sobre esta decisión, fue agredida verbal y físicamente; situación de la cual dio cuenta en el sumario presentando a testigos del hecho. A los dos días después de presentada la denuncia, Dolores fue despedida.

Pese a los recortes de sueldo, las amenazas y el escándalo en la opinión pública, estas mujeres siguieron trabajando durante algunos años en la institución y luego se trasladaron a trabajar en colegios.
Estas situaciones de explotación e injusticia que se vivieron dentro del Observatorio Astronómico Nacional de Chile, si bien afectaron más a las mujeres, también la sufrieron a los hombres. Uno de ellos decidió hacer una denuncia ante el ministerio, de lo cual dio cuenta la prensa en la época, aunque minimizando la situación de las trabajadoras del observatorio. Los diarios de entonces sólo hablaron de ellas para indicar que no era aceptable ni necesario que ellas estuvieran allí, trabajando en el área científica, que se creía era propia sólo de los hombres.

Pese a los recortes de sueldo, las amenazas y el escándalo en la opinión pública, estas mujeres siguieron trabajando durante algunos años en la institución y luego se trasladaron a trabajar en colegios.

Lamentablemente, en su paso por el observatorio, ninguna de estas calculistas o astrofotógrafas fue nombrada “astrónoma”, pese a que sí hubo calculistas hombres que se desempeñaron junto a ellas, a quienes se les ascendió oficialmente a ese nivel. Sólo dos mujeres continuaron el camino de las ciencias observacionales: Teresa Herrera y Cristina Kroëger. Años más tarde se fueron a trabajar al Instituto Central Meteorológico y Geofísico de Chile y Kroëger logró ser reconocida oficialmente como “meteoróloga” en 1929, un nombramiento que es una verdadera excepción para la época.
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La chilena que abrió camino Un homenaje fotográfico a una mujer que fue realmente pionera en el desarrollo de la Astronomía en Chile: Adelina Gutiérrez.

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