

Sello Boeninger: Un plan claro para ganarse a los empresarios

Una relación de complicidad se tejió por años entre Aylwin y Boeninger: Se conocieron cuando este último era rector de la U. de Chile en el período 1969-1973.
Dentro de la perspectiva de un posicionamiento del gobierno en torno a la idea del desarrollo como meta nacional, la política hacia los sectores empresariales adquiere una alta prioridad e importancia.
Diagnóstico
Como regla general, la actitud prevaleciente en los sectores empresariales es de desconfianza (subrayado en el original).
En cierto sentido, ha existido un progreso. Hasta el 11 de marzo, pese a las señales enviadas durante la campaña, persistía el temor ante las posibles características de la gestión gubernamental.
No obstante, siguen sintiendo al Gobierno como (...) ajeno. No es el gobierno por el que ellos votaron. (...) Tampoco se sienten integrados ni hay una integración efectiva a la gestión del gobierno.
La desconfianza trae consigo algunas disposiciones de ánimo complementarias.
Los empresarios vigilan y siguen atentamente la acción del Gobierno, en una disposición fundamentalmente defensiva. Por ello, hay una tendencia a interpretar señales gubernamentales en términos de intenciones encubiertas hostiles (...).
Por otra parte, los empresarios no están en una disposición de cooperación con el Gobierno. Observan su actuar y sólo toman iniciativas para conseguir beneficios corporativos (...) o para reclamar por aspectos de la política gubernamental.
Esta actitud de no cooperación y mera reivindicación se ha visto reforzada por la ausencia de una política nuestra que genere un clima ideológico que los haga sentirse integrados y que los lleve a una disposición de cooperación activa (...).
La falta de iniciativa gubernamental también se traduce en que la relación con las autoridades pertinentes frecuentemente adopta la forma de una relación inquisitorial. Las autoridades asisten a reuniones o eventos empresariales para que les tomen examen (...). Lo que nuestras autoridades no consiguen, en razón del clima reinante, es motivarlos y entusiasmarlos, haciéndolos sentirse parte de una empresa liderada por el gobierno.
Si estas condiciones persisten, se corren los siguientes riesgos:
1. Enfrentar permanentemente un mundo de agentes económicos hostiles, inclinados a interpretar las seriales de la política gubernamental como negativas para ellos (...).
2. También existe el peligro, dadas ciertas circunstancias, que se recomponga una alianza de partidos de derecha, Fuerzas Armadas y empresarios, desestabilizante para la consolidación de la democracia (...).
3. Para una política centrada en la meta nacional del desarrollo, donde el peso del crecimiento descansa en el sector privado (empresarios, trabajadores), la integración del empresariado a la gestión gubernamental es un requisito de su éxito. Sin la cooperación activa de los empresarios, esa política es imposible.

"Los empresarios vigilan y siguen atentamente la acción del Gobierno, en una disposición fundamentalmente defensiva. Por ello, hay una tendencia a interpretar señales gubernamentales en términos de intenciones encubiertas hostiles", fue parte del diagnóstico de Boeninger. En la foto, el equipo de gobierno: A la izquierda, el subsecretario de Hacienda Jorge Rodríguez Grossi, Alejandro Foxley, Edgardo Boeninger, Ricardo Lagos y sentado se aprecia a Enrique Correa.
Objetivos de una estrategia hacia sectores empresariales
La estrategia que se desarrollará respecto de los empresarios considera dos objetivos: un objetivo global, que se alcanzará en el mediano plazo, y un objetivo intermedio más inmediato.
1. Objetivo global
(...) Integrar al sector empresarial en una gestión gubernamental centrada en la meta nacional de desarrollo.
Ello implica convertirlos en actores protagónicos, que COMPARTEN conjuntamente con el Gobierno y los restantes sectores sociales el MARCO GENERAL POLITICO de la estrategia gubernamental orientada por esa meta nacional (...).
Los empresarios deben cooperar activamente con el Gobierno en el contexto de un clima ideológico general que les haga sentir como propia una gestión gubernamental orientada por la meta de desarrollo y los tres ejes que la complementan: equidad, reconciliación y democracia.
El objetivo no es comprar a los empresarios, ni mantenerlos tranquilos. Hay que lograr su adhesión a la gestión de gobierno, de modo de motivarlos en términos de desplegar esfuerzos de inversión, de espíritu de empresa e innovación y de ascetismo, y que reconozcan en el gobierno una CONDUCCION del proceso económico donde la meta de crecimiento es de responsabilidad del sector privado.
2. Objetivo Intermedio
(...) Hay que tomar medidas que vayan haciendo desaparecer progresivamente la actitud de desconfianza, recelo y distancia (...).
Estas medidas deben significar la creación de alianzas concretas con diversos sectores y grupos (...).
La persecución de este objetivo intermedio debe ajustarse a (...):
2.1. Hay que romper el ritmo actual. El Gobierno tiene que desplegar un gran dinamismo AHORA, y lanzarse a la piscina de inmediato.
Si las condiciones imperantes no comienzan a modificar pronto, la imagen de un Gobierno ajeno y aún hostil al sector empresarial se consolidará.
2.2. Todas las medidas deben orientarse a constituir un liderazgo gubernamental. Hay que ir logrando que se perciba al Gobierno como ejerciendo una CONDUCCION global que es beneficiosa para los empresarios y el país, y que sólo el Gobierno puede dar.
2.3. El Gobierno tiene que aparecer siempre tomando la iniciativa y para ello es esencial que la CONVOCATORIA sea gubernamental.
No es el Gobierno el que coopera con los empresarios. El Gobierno los convoca a cooperar en un esfuerzo nacional de desarrollo que el Gobierno conduce.
El gobierno convoca en el marco de su VISION DE PAIS: un país orientado hacia un presente y un futuro de desarrollo, que descansa en su capacidad de crecer en el sector privado y le exige a éste proporcionar ese crecimientoMinuta Edgardo BoeningerMinisterio Segpres
2.4. En la construcción de alianzas concretas, la relación con los empresarios tiene que darse en el plano del MARCO POLITICO DE LA POLITICA GUBERNAMENTAL DE DESARROLLO, relegando a un lugar secundario las dimensiones técnicas.
Las relaciones no son entre empresarios y autoridades tecnocráticas, donde se pide a estas últimas que rindan examen sobre tasas de interés, bandas de precio, etc. Hay lugares y oportunidades suficientes para encuentros de ese tipo, por lo demás imprescindibles.
El gobierno convoca en el marco de su VISION DE PAIS: un país orientado hacia un presente y un futuro de desarrollo, que descansa en su capacidad de crecer en el sector privado y le exige a éste proporcionar ese crecimiento.
Pasos operativos sugeridos
Ciertas medidas son obvias, y el Gobierno puede llevarlas a cabo unilateralmente, sin participación empresarial:
1. Posicionar el discurso (lenguaje) presidencial y gubernamental en los términos ya indicados.
2. Homogeneizar las acciones y gestos simbólicos del conjunto del equipo ministerial en el mismo sentido (...).
Ello hay que hacerlo. No obstante, dada la desconfianza y recelo empresariales, son señales blandas, cuya capacidad persuasiva es baja.
Proponemos por consiguiente la siguiente señal dura, que sí tendría efectos considerables:
3. Privatizar una o dos empresas por iniciativa gubernamental (...).
Naturalmente, ello tiene que ir acompañado de un esfuerzo pedagógico hacia la opinión pública, y particularmente hacia nuestras bases políticas de apoyo (...).
Tiene que ser económicamente racional hacerlas, y sobre ellos no pueden haber dudas.
Además (...) proponemos:
1. Una ronda de reuniones con los grupos grandes con el fin de comunicarles informalmente primero y formalmente después la filosofía del Gobierno sobre la meta nacional de desarrollo.
Esta operación tendría dos fases:
Una primera reunión con uno o dos Ministros y uno o dos asesores, informal y de precalentamiento.
La reunión es política, no técnica ni destinada a recibir (escuchar) inquietudes particulares o corporativas. La iniciativa siempre es nuestra.
Esta ronda puede comenzar con el gringo Luksic (sic), seguir con el grupo Angellini, después con el Grupo Andraca. Hacia el final, con grupos como el grupo Matte, que a esas alturas estará suficientemente ansioso y “cocinado en su propia salsa"Minuta Edgardo BoeningerMinisterio Segpres
b) Una segunda reunión formal con el Presidente, que no tiene porque estar rodeada de publicidad. El mundo empresarial se enterará de todas maneras.
El objetivo es el mismo que el anterior, afinado con la información obtenida en la primera reunión. El Presidente no los escucha. Les hace saber su visión.
Esta ronda puede comenzar con el gringo Luksic (sic), seguir con el grupo Angellini, después con el Grupo Andraca. Hacia el final, con grupos como el grupo Matte, que a esas alturas estará suficientemente ansioso y “cocinado en su propia salsa”.
2. Celebrar en los próximos meses dos o más eventos, convocados por el Gobierno y donde el Gobierno lleva la iniciativa, para tratar problemas de sectores estratégicos, pero en el marco de la visión gubernamental del desarrollo como meta nacional (...). 3. Celebrar a comienzos o mediados del segundo semestre un evento ( seminario o análogo) sobre el tema de la inserción de Chile en la economía mundial hacia fines del siglo.
Nuevamente, lo predominante debe ser el marco político, quizás concretado en la imagen de Chile como emergente tigre latinoamericano.
4. Aprovechar los viajes de ministros a regiones para reuniones con líderes productivos locales (...).
5. Utilizar la tradición anglosajona de comisiones especiales que evacúan informes, para crear algunas que integren expertos e intelectuales con clara inserción en el mundo empresarial, que deliberen en el marco político que define la visión gubernamental del desarrollo como meta nacional.
6. Lanzar una política de relaciones internacionales, con gran publicidad y resonancia interna, orientada por la idea de convertirse en un tigre del Pacífico Sur, integrando al sector empresarial que aparece adhiriendo a la conducción gubernamental.

Se parte con lo más difícil: Acuerdos en impuestos y reforma laboral

“No sé nada de economía, sí de lo importante que es y, por eso, cuando tuve que asumir una responsabilidad, formé un buen equipo y le otorgué plena confianza. La política económica la hicieron Foxley, Boeninger, Cortázar, Ominami, gente que sabía”, recordó Patricio Aylwin a los periodistas Margarita Serrano y Ascanio Cavallo en el libro "El Poder de la Paradoja".

“Había preocupación, no necesariamente desconfianza, sobre si el sistema de economía social de mercado y abierto al exterior iba a ser capaz, por sus méritos, de mantenerse en el tiempo, un poco independiente de cual fuera el nuevo gobierno”, recuerda Fernando Agüero, ex presidente de Sofofa. La foto del archivo de El Mercurio: Aylwin con la cúpula empresarial de la época.

Hasta Aylwin los llamaba "Los Manueles", reflejo del entendimiento que existía entre el líder de la CUT (Bustos), a la derecha, y de la CPC (Feliú), a la izquierda.

Foxley cerró la negociación tributaria con RN: Sebastián Piñera, Evelyn Matthei e Ignacio Pérez Walker fueron su contraparte.

Foxley aplica el incierto camino de la política de acuerdos: Terminó bien

La relación entre el mundo sindical y empresarial se comenzó a trabajar antes de asumir el gobierno de Aylwin, lo que permitió mostrar prontos resultados, como el acuerdo laboral. En la foto, el ministro de Economía, Carlos Omanimi, el presidente de la CUT, Manuel Bustos, el ministro del Trabajo, René Cortázar, el ministro de Hacienda, Alejandro Foxley, y el presidente de la CPC, Manuel Feliú (Archivo El Mercurio).

"Mi relación más cercana (con Patricio Aylwin) se produjo cuando él ya es candidato, pero con una alta probabilidad de ganar la elección, fue gradual y el viaje (a Europa) la fortaleció", recuerda el exministro de Hacienda (Archivo El Mercurio).

"Nunca se planteó la idea de continuar el modelo. Siempre se dijo que habría una nueva estrategia, de crecimiento con equidad. Entendíamos que el énfasis en la reducción de la pobreza y las desigualdades era un cambio muy fundamental". En la foto, Ominami y Foxley conversan con sus pares Enrique Correa (Segegob) y Edgardo Boeninger (Segpres). (Archivo El Mercurio)

"En cuanto entendimos que íbamos a tener la responsabilidad de sacar adelante el programa económico, establecimos contacto con el senador Sebastián Piñera, que llevaba el tema económico en RN", recuerda Foxley. En la foto, a la derecha del ministro, el RN Andrés Allamand, y los senadores de ese partido Francisco Prat y Sergio Romero (Archivo El Mercurio).
- El tema de la regulación fue insuficiente. Las superintendencias en cada uno de los sectores hicieron bien la tarea de mantener buena información, pero no siempre tuvieron el rigor adecuado y a tiempo para frenar o corregir las tendencias monopólicas u oligopólicas. Eso se convirtió en un lastre en cuanto a la buena imagen que tenía el concepto de una economía mixta en el mediano y largo plazo. Hoy eso es obvio, el descontento tiene una muy significativa relación con la percepción de que la gente es abusada por los que proveen servicios públicos. Creo que esos bienes públicos no fueron suficientemente cautelados respecto de su alcance y costos para los sectores emergentes.
- Uno de los slogans en la crisis social fue “no son 30 pesos, son 30 años”, lo que supone un rechazo también a los primeros años de democracia. ¿A qué atribuye esa visión generacional tan crítica?
- Habría que preguntarles a ellos, pero sin duda que parte del problema es que no les tocó vivir ninguna etapa de esos tremendos y horribles 17 años de un gobierno no democrático, ni la hiperinflación y el caos económico al final del gobierno de la Unidad Popular. Recibieron un país que funcionaba bien, pero con las deficiencias que he nombrado, se acumularon déficits y problemas que no se supieron resolver a tiempo. Hay una tendencia en la generación joven a empezar todo de nuevo, a creer que las cosas se pueden hacer mucho mejor, que la generación anterior fue acomodaticia o conservadora. Eso tiene algo de mesiánico, y en su versión peor es un populismo incipiente y un cierto narcisismo de algunos dirigentes. El populismo es una enfermedad contemporánea, es un fenómeno mundial.

“Tecito y horchata”: Tendiendo puentes al estilo Aylwin

El mandatario con Anacleto Angelini y José Tomas Guzmán en inauguración de Planta de celulosa en 1991. Aylwin reconocería años después que no tuvo relación directa con este empresario: Andrés Zaldívar era el puente.

"En abril de 1990, el gobierno envió el proyecto de reforma tributaria, en cuya elaboración se había consultado a los grupos empresariales. Pese a ello, fueron críticos". En la foto, Foxley y Aylwin junto a Fernando Agüero, presidente de Sofofa.

Las giras presidenciales con empresarios invitados fueron parte de la estrategia política de acercamiento. Aquí, en España con el Rey Juan Carlos y el presidente del gobierno español, Felipe González, en abril de 1991.