Conversaciones
Alfredo Riquelme, historiador:
“El PC apostaría al paso de Daniel Jadue a la segunda vuelta”
El partido busca “disputar electoralmente la hegemonía a sus exsocios de la Nueva Mayoría”, sostiene el historiador, autor de uno de los más profundos estudios del PC en Chile.
Martín Romero
Alfredo Riquelme es uno de los historiadores que mejor conoce a la izquierda chilena y en especial al Partido Comunista. No sólo por ser autor de una de las obras que, con los años, se ha convertido en una de las fuentes obligatorias para el estudio del PC («Rojo atardecer. El comunismo chileno entre dictadura y democracia», 2009), sino que por experiencia propia: durante su época universitaria militó en las Juventudes Comunistas.
Por estos días este académico del Instituto de Historia de la UC ha mirado con atención los movimientos en la izquierda, sobre todo un eventual acercamiento entre lo que queda del Frente Amplio (tras las salidas de varios diputados y del Partido Liberal) y el PC, y el rol que podría jugar en ello la ex Nueva Mayoría.
“Un posible acuerdo entre Unidad Constituyente, por una parte, y el PC asociado al Frente Amplio, por la otra, encuentra un escollo en lo que parece ser la opción comunista de disputar electoralmente la hegemonía a sus exsocios de la Nueva Mayoría, particularmente en las elecciones constituyentes y presidenciales, en las que, con las encuestas en la mano, apostarían al paso de Daniel Jadue a la segunda vuelta y al respaldo en esta de los electores de centroizquierda”, dice Riquelme, quien ha sido coeditor —junto con la desaparecida Olga Ulianova— de la serie de libros «Chile en los archivos soviéticos».
“Una apuesta arriesgada y que postergaría cualquier acuerdo amplio hasta después de la primera vuelta presidencial. Sin tal acuerdo, las elecciones de constituyentes y las deliberaciones de la Convención Constitucional podrían sufrir el impacto de la división opositora”, agrega.
“El PC vive desde el 18 de octubre un cierto frenesí”
—Parafraseando su libro, si los años posteriores a la dictadura fueron un atardecer, ¿cómo ve al PC hoy?
—Creo que el PC, como todos los actores políticos del país, vive desde el 18 de octubre de 2019 un cierto frenesí. En el contexto del estallido y la pandemia, los comunistas están claramente entre los actores políticos que imaginan este borrascoso anochecer del Chile transicional, como el preludio de un amanecer del cual quieren ser coprotagonistas y están convencidos de poder serlo. Que lo logren está por verse, y dependerá de su capacidad para renovar su proyecto de país en sintonía con una ciudadanía a la vez expectante y choqueada, y de establecer alianzas de amplio espectro, porque la crisis del país, el proceso constituyente y el cambio del bloque en el poder que están en curso, así lo exigen.
—En «La Segunda» el historiador Marcelo Casals señalaba que, a pesar de que el PC construyó un diagnóstico crítico que coincidió con las “razones generales del estallido”, el partido estaba sumido en la misma crisis que el resto de la izquierda.
—Es cierto que la crítica radical al modelo transicional ha tenido desde los años 90’ al PC como uno de sus más consistentes voceros; aunque también es cierto que con un respaldo electoral que ha oscilado entre el 5% y 10% en estos treinta años, esa crítica solo pudo comenzar a traducirse en un intento efectivo de cambios mediante su convergencia en la Nueva Mayoría.
—Guillermo Teillier no tendrá el carisma de una Gladys Marín, pero lleva largos años a la cabeza de partido. ¿Cómo evalúa su liderazgo en el PC?
—Ha sido durante los años de su liderazgo que el PC ha vuelto a ser un actor capaz de incidir en la trayectoria política del país. No de un modo tan gravitante como lo hizo entre 1956 y 1973, cuando se convirtió en el principal protagonista, junto a Salvador Allende, de la materialización de una vía pacífica al socialismo; pero ciertamente mucho más gravitante que el partido marginalizado y testimonial de fines desde los 80 hasta mediados de la primera década de este siglo. Aunque es metodológicamente cuestionable comparar elecciones con encuestas, no deja de ser significativo que el respaldo electoral de 3,1% alcanzado por Gladys Marín en las elecciones presidenciales de 1999, haya crecido hasta la expectativa de un 17% para Daniel Jadue para las elecciones del próximo año. Por otra parte, desde las movilizaciones de 2011 ha surgido una nueva generación de liderazgos comunistas como los de Camila Vallejo o Karol Cariola, que inciden en la formación de la opinión pública y han llegado al Congreso con amplio respaldo electoral.
—El anticomunismo es una realidad en nuestro sistema político, ¿pero tiene el mismo peso que tuvo para la «Campaña del Terror» o en los años de dictadura?
—El anticomunismo ha dejado de tener el mismo peso que en los años de la Guerra Fría. Sin embargo, la derecha autoritaria a la que ha estado históricamente asociado, sigue representando hoy una amenaza para solucionar de modo democrático la actual coyuntura. Hoy une a su anticomunismo histórico, nuevas identidades que imagina como enemigos: inmigrantes, pobres, indígenas, mujeres feministas y diversidades de cualquier género, y se nutre de la ingobernabilidad y los temores provocados por el estallido y la pandemia. Ahora bien, los comunistas tienden a tildar de anticomunismo cualquier crítica a su partido, su ideología o, incluso, toda discrepancia con alguna de sus iniciativas políticas, lo que dificulta la deliberación racional al respecto y su propia capacidad de establecer alianzas que no estén basadas en la subordinación.
“El comunismo chileno lleva decenios renovándose, en varios sentidos”
—¿El liderazgo Daniel Jadue puede traspasar el ámbito de las tradicionales candidaturas testimoniales que el PC siempre presentó: el cura Eugenio Pizarro, Gladys Marín, Jorge Arrate?
—Todo parece indicar que sí.
—Pero, ¿es posible que el PC, que siempre ha cuidado la ortodoxia y la disciplina, le permita a Jadue tener un discurso que se aleje de algunos temas tradicionales del comunismo chileno?
—Absolutamente. Además, el comunismo chileno lleva decenios renovándose, en varios sentidos. Sin ir más lejos, en su congreso de la semana pasada se ha definido como un partido feminista e interseccional. Sin embargo, estas sucesivas renovaciones han tenido un severo límite que vuelve a consagrar el reciente congreso partidario: su definición como “marxista leninista”, es decir, la adhesión a un corpus de representaciones ideológicas imaginadas como científicas e inspiradas en la experiencia soviética; una suerte de “ciencia de la revolución” que los grandes partidos comunistas occidentales como el italiano, el español y el francés desecharon en la década del 70 porque estimaron que era una traba conceptual al socialismo en libertad y pluralista que impulsaban a través de una vía electoral y pacífica. Después de la reafirmación “marxista leninista” del reciente congreso del PC, parece difícil que Jadue se anime a dar ese paso, aplazado durante medio siglo.
“Los acuerdos entre la DC y el PC han sido factibles”
—¿Es factible un acuerdo político de largo plazo entre el PC y la ex Concertación, en especial la DC?
—A lo largo de más de sesenta años los acuerdos entre la DC y el PC, en el marco de alianzas amplias entre el centro y la izquierda, han sido factibles y motivados por la necesidad de doblegar el rechazo de la derecha a progresos democráticos y sociales. Algunos ejemplos en la historia han sido el «Bloque de Saneamiento Democrático» que en 1958 puso fin a la proscripción legal del PC; el apoyo a la Reforma Agraria en 1967; la coordinación política de las movilizaciones contra la dictadura en los 80 y para el propio plebiscito de 1988; y la reciente experiencia de la Nueva Mayoría. En la actualidad, la centralidad de la dimensión económica-social en el descontento ciudadano, me lleva a pensar que podría volver a establecerse un acuerdo desde la DC hasta el PC, asociado al proceso constituyente y para corregir las fallas estructurales del modelo. Sin una alianza de esa amplitud no parece posible el imprescindible giro redistributivo para mejorar de modo tangible y significativo las condiciones materiales de vida de millones de trabajadores y pensionados.
—En ese contexto ¿por qué el PC ha sido incapaz de establecer alianzas políticas con sectores más amplios de la izquierda en estos años?
—No parece ser una peculiaridad comunista. Es el conjunto de la izquierda la que todavía no encuentra un modo de articularse tras el fin de la Nueva Mayoría.
—En tiempos donde los partidos comunistas han desaparecido o se han transformado, como en España, ¿a qué debe aspirar el PC?, ¿seguir siendo un partido pequeño, pero influyente?
—Hasta el estallido social el PC procuraba ser un partido influyente al interior de la coalición más amplia posible, impulsando dentro de ella las medidas más resueltas para gradualmente reemplazar el capitalismo neoliberal, aunque resignado a los límites de su condición minoritaria. La irrupción de lo que ha sido percibido como una rebelión social o revuelta popular, ha desatado en cambio, la imaginación revolucionaria y ha potenciado una sensibilidad populista. Y no solo entre los comunistas, sino también en el Frente Amplio e incluso entre los militantes y electores de Unidad Constituyente. En estas circunstancias, sumadas a la proyección presidencial de Jadue, el propósito del PC parece estar girando hacia convertirse en la fuerza hegemónica de una coalición de izquierdas desde la cual imagina que podría relacionarse de igual a igual, e incluso desde una posición mayoritaria, con sus exsocios de la Nueva Mayoría.
—¿Cómo ve los acercamientos entre el PC y el Frente Amplio? ¿Puede ser el inicio de un cambio de eje en la izquierda en detrimento del PS?
—La unión entre el PC y el Frente Amplio, que parece un hecho tras la partida de esta coalición de quienes no la favorecían, no implica automáticamente un debilitamiento del PS, o del ámbito socialdemócrata. Podría ocurrir lo de España, donde tras un pulso de años entre Unidas Podemos y el PSOE, hoy cogobiernan el país con bastante éxito, pese a que el pulso entre ambos continúa ahora al interior del gobierno. O podría ocurrir lo de Grecia, donde la socialdemocracia se hundió tras los efectos de la crisis de 2008, siendo desplazado por Syriza, la fusión de comunistas renovados y varias organizaciones de izquierda que gobernó entre 2015 y 2019. Pero en Grecia el PC, que se negó a renovarse y ha persistido en la identidad marxista leninista, quedó al margen de toda alianza e influencia y tiene una votación en torno al 5%.
—Daniel Jadue dijo hace no mucho que el PC fue clave para la recuperación de la democracia. Usted que estudió la historia del partido en los 80, ¿está de acuerdo con ello?
—Sí, estoy de acuerdo. Los comunistas fueron un protagonista principal de la difícil y lenta derrota de la dictadura a lo largo de sus 17 años. No fueron los únicos, por cierto, pero su contribución fue determinante, pese a todo lo que podremos seguir discutiendo acerca de lo acertadas o no de las decisiones políticas que lo condujeron a la marginalización durante la Transición.