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Santiago de Chile.   Sáb 17-05-2025
3:50

Conversaciones

Gloria Hutt, ministra de Transportes

"Ha sido un camino difícil, pero de mucha paz"

En su primera entrevista luego de la muerte de su marido, confiesa: “He aprendido que la vida tiene giros inesperados. Si tus planes son muy rígidos, puedes sufrir mucho. Si vives el momento es más fácil”.
Lenka Carvallo

La ministra de Transportes, Gloria Hutt, se refiere a su vida tras la muerte de su marido y los desa

“Los últimos dos años han sido muy duros...”, admite Gloria Hutt a cuatro meses de la muerte de Felipe Cossio, con quien estuvo casada 43 años “y 50 desde que empezamos a pololear”, cuenta.

La ministra de Transportes y Telecomunicaciones se ve firme luego de cerrar una larga etapa marcada por la enfermedad de su marido, quien a mediados de 2018 fue operado de un cáncer al páncreas. Desde muy joven debió convivir con hospitalizaciones y tratamientos, mientras criaba a sus tres hijos —los dos menores adoptados, como contará luego— y continuaba con sus estudios universitarios hasta titularse como ingeniera civil en la UC y especializarse en transporte.
“Si a los 20 me hubiesen dicho todo lo que debería enfrentar, de ninguna manera me habría creído capaz; pero descubres dentro de ti fuerzas que no conocías”.

Hutt tenía 22 años y estaba recién casada cuando simultáneamente a la noticia de su embarazo, supo que su marido, entonces un joven ingeniero militar de 25 años, tenía un cáncer testicular.

La familia partió a Washington (EE.UU.) para continuar el tratamiento de Cossio pagado por el Ejército en un convenio institucional. “Me pasaba los días entre el hospital y un pequeño departamento. La situación económica era muy precaria; vivíamos con lo que a él le mandaban y con mi guagua recién nacida”.

Su marido superó la enfermedad pero no pudo concebir más hijos.
“Con Felipe siempre quisimos tener más niños, y la adopción era algo natural; estábamos súper de acuerdo. Pero él estaba en la Academia de Guerra y yo en mi tesis; luego ambos trabajábamos. Cuando mi hija Bernardita cumplió diez años, él me dijo: ¿y por qué no lo hacemos ahora? Estaba todo dispuesto. Fuimos a la Fundación Chilena de Adopción, hicimos los trámites y poco después llegó la Teresita; tenía sólo 17 días. Cinco años después, cuando vivíamos en Arica, volvimos a la fundación y llegó Felipe. Ellos tuvieron que desarrollar la capacidad de adaptación; por el trabajo de mi marido nos cambiamos muchas veces de casa; mi hija mayor en 5 años estuvo en 5 colegios distintos. Vivimos en Washington, EE.UU; en Bonn, Alemania; en San Antonio y Arica. Así desarrollas la capacidad de supervivencia y adaptación. Nuestra historia nos blindó”, dice.

Hoy Bernardita tiene 43 años, Teresa 33 y Felipe —quien vive con la ministra—, 26.

“Después de que falleció mi marido tomaron por su cuenta distintos roles dentro de la familia; ninguno se declaró imposibilitado. Al principio me pareció natural, pero luego me di cuenta de que son muy especiales. De hecho les escribí una carta dándoles las gracias”.

Agrega:

“Nos juntamos a comer varias veces en la semana de forma muy espontánea, y tenemos una cosa muy especial que no habíamos hecho nunca, que es una especie de directorio familiar los domingos en la noche donde revisamos todos los temas de la familia y del trabajo de cada uno. Mi marido tenía una estación de servicio y ellos se hicieron cargo de continuarla”.

Claro que admite:

“Pero también me preocupo, porque si bien todos seguimos adelante, no quisiera que alguno se quede con un tema no resuelto que a futuro pueda complicarse; hay que estar alertas”.

—Eso también vale para usted…
—Fue una etapa larga, muy difícil, muy dolorosa pero que posibilitó que hubiera una gradualidad, conversar las cosas, dejar todo en orden, y terminar con una gran calma interior. Ha sido un camino muy doloroso, muy duro, pero también con mucha paz.

—¿Estos últimos meses cómo han sido?
—Raros, porque tengo una línea que es mi trabajo, mi vida operativa por así decir. En mi trabajo tengo también los ritmos, las dinámicas, los equipos, pero hay algunas áreas de incertidumbre y en eso mi marido era un gran consejero y claro, hay vacíos…. Pero como estuvimos 43 años casados ya sé lo que él habría dicho.

—Le han tocado cosas duras desde joven, ¿no se pregunta por qué a mí?
—Eso dejé de decirlo. Tratar de torcer lo inevitable causa más daño, en cambio entender el sentido de lo que pasa permite entregarte a lo que la vida trae.

Hace una pausa y agrega:

—Lo aprendí muy joven. Ahí descubrí mi instinto de supervivencia, y de dedicarle mi energía a lo que podía cambiar y no esforzarme por nadar contra la corriente. Cuando estás al lado de una persona que está sufriendo y que está muy enfermo, sus energías bajan y necesitan la fuerza de quiénes lo acompañan. También tomas conciencia del tiempo, del valor que tienen los días o meses con esa persona. Yo soy bien estructurada y buena para planificar en el trabajo, pero en mi vida personal me dejo llevar; he aprendido que tiene giros inesperados y, si tienes planes muy rígidos, puedes sufrir mucho. Cuando vives el momento es más fácil”.

“Mi mamá me ve en Twitter todos los días”

Ingeniera civil mención en transporte de la Universidad Católica, ex subsecretaria del ministerio en el anterior gobierno de Sebastián Piñera y ex coordinadora nacional de Evópoli, Gloria Hutt Hesse es descendiente de alemanes. Su familia llegó a Corral durante 1864. “Hace poco mi mamá me entregó un libro donde se cuenta la historia, que es muy bonita”.

—¿Está viva su madre?
—Sí, tiene 95 años, ve Twitter todos los días y sigue todas las noticias donde me mencionan. Le digo que no es buena idea, pero ella inevitablemente hace todo el seguimiento… Me formula preguntas y me obliga a pensar y enfocar las cosas. Es un gran apoyo.

—La mamá de Ricardo Lagos le dijo al asumir su gobierno ¡por qué te metiste en esto, Ricardito! ¿Le dijo eso alguna vez su mamá?
—Ella está muy orgullosa del trabajo de sus dos hijas (su hermana, Constanza, es directora del colegio La Maisonnette). Si bien es de otra generación, vivió una vida muy distinta. Mi bisabuela se vino a Santiago a estudiar Química en Farmacia y la hermana de mi mamá, que tiene 100 años, promueve que las mujeres se desarrollen y sean independientes.

—¿Cómo vivió esos días tan complejos del estallido?
—Con un tremendo impacto. Existía evidencia muy contundente de las desigualdades en la sociedad y con ese enfoque en el ministerio queríamos cerrar la administración con la renovación del transporte público. Nadie se acuerda, pero habíamos gestado la frase “devolver la dignidad a los pasajeros”.

Tras el estallido, cuenta, la prioridad fue mantener la movilidad. “Pasé mucho tiempo con el equipo en la planificación del día a día de los buses, pero era evidente que las dimensiones de este conflicto nos superaban”.

—Usted públicamente salió a respaldar el alza de los 30 pesos que desencadenó el estallido, pero luego se supo que internamente se oponía a la medida. ¿Cuál es su autocrítica?
—Prefiero enfocarme en el futuro. Una de las evidencias de que el tema no era solo la tarifa, es que la medida se revirtió casi de inmediato con una ley especial. Pero el tema siguió, claramente porque se trataba de un problema mayor; la insatisfacción era muy grande. Lo que me sorprendió fue el nivel de violencia, no la desigualdad. En Evopoli habíamos hecho propuestas sobre igualdad en el espacio público y las condiciones de vida.

—Con el estallido debió hacerse cargo de un escenario más complejo.
—De ser una cartera técnica y también normativa, hoy nos hemos transformado en un ministerio social, con un claro rol en el día a día de las personas. Eso genera demandas nuevas, muy sentidas por los ciudadanos y tenemos que ser capaces de responder.

“Mueren más en siniestros viales que por la delincuencia”

—Hace un par de semanas enfrentó innumerables críticas por la muerte de la joven ciclista Emily Rojas por un bus en Providencia.
—Todos quienes mueren en siniestros viales son importantes para este ministerio. Y si bien hay grupos que se hacen ver u oír más, todos nos preocupan. En Chile cada año fallecen 1.600 personas, es decir, 5 al día. Mueren más en siniestros viales que a causa de la delincuencia.

—Sin embargo, ya a septiembre de este año el número de ciclistas muertos igualó a los de todo 2019. Ocurre algo similar con los peatones.
—Esta situación de los ciclistas y el aumento de los siniestros lo empezamos a ver de las experiencias internacionales, en los países que comenzaron a salir del confinamiento. Aunque hubo menos vehículos en las calles, el número de siniestros y fallecidos no registró una disminución proporcional, y así aumentó la sensación de inseguridad. En julio presentamos un plan de movilidad que recogía estos antecedentes y proponía más espacio para circulación de peatones de manera segura, tomando pistas de la calle para ampliar las veredas. También propusimos aumentar las ciclovías. A pesar de que hemos disminuido los siniestros en total, aumentaron en ciclistas y motociclistas, en parte por las condiciones de circulación.

—Otro tema pendiente ha sido la licitación y la modernización del Transantiago. Cuando asumió usted declaró desierta la licitación que ya llevaba 2 años y medio de proceso. ¿Se va a concluir en este mandato?
—Esa licitación se llamó en 2017 (nosotros llegamos en 2018) y luego fue suspendida por el Tribunal de Defensa de Libre Competencia que acogió cuatro demandas, lo que impedía la adjudicación. La única forma que teníamos de asegurar renovación de flota antes de que venciera la vida útil de los buses, era declarándola desierta. No quedaba otro camino. Eso recién abrió la posibilidad de reformular todo el modelo, y ahora estamos en medio de un cambio estructural, donde en lugar de hacer una licitación cada 10 años, será cada 5 años, con contratos con unidades más pequeñas. Hoy un operador puede tener 1.500 buses y es también dueño de los terminales. Y si dan mal servicio no se les puede quitar porque no hay cómo reemplazar esos 1.500 vehículos. Hoy los activos estratégicos del sistema pasan a ser controlados centralmente por el Estado. Y se licita la operación por separado. Si este operador funciona mal, se cambia, se retienen los buses y los terminales y se le entregan a un nuevo operador, lo que le da más flexibilidad al sistema.

La ministra afirma que las licitaciones ya están en curso. “Espero que la comisión nos informe pronto cuando tengan el resultado de la provisión de flota, que renovará un total de 2.030 buses. Y la licitación de la operación debiera ser dentro de poco. Hasta ahora hemos cambiado más de dos mil buses del sistema, con los mismos recursos; sólo con ahorros internos y traspasando recorridos de operadores más caros a más baratos, lo que nos ha permitido financiar todos los buses nuevos que hay en la calle, y otros 750 eléctricos. Nos ha tomado mucho tiempo y esfuerzo pero sin duda es uno de los objetivos de este programa de gobierno transformar el Transantiago”.

—Está contemplado ahí cómo abordar el alza de las tarifas, considerando la mecha que encendieron los 30 pesos. ¿Hay un modelo diferente?
—Eso sigue un cauce separado, que es el financiamiento del sistema, que no tiene que ver con este modelo. Pero al empujar para bajar los costos, debiera sensibilizar para conseguir tarifas menores.
Gloria Hutt también menciona otros avances, como los trenes Alameda a Rancagua, a Chillán y Melipilla. “El próximo año tendremos trenes nuevos en casi todos los servicios de EFE, por primera vez. Y en telecomunicaciones estamos con la licitación del 5G que es un salto tecnológico mayor”.

—Antes del estallido usted era una de las figuras mejor evaluadas, incluso hubo un momento en que se llegó a perfilar como una carta presidencial. Pero tras el estallido cayó 40 puntos en Cadem... Son golpes duros.
—La carrera política nunca ha sido mi objetivo; cuando eso pasa es fácil tomar decisiones equivocadas. Yo sigo usando transporte público regularmente y mi experiencia es buena, no tengo problemas. Muchas personas se me acercan, me conversan, no recibo hostilidad. Y tomo el bus 518 del Transantiago siempre.

—Usted es una de las pocas que está desde los comienzos de este gobierno y aún se mantiene.
—Somos sólo cuatro y todos de la tercera edad (ríe). ¿Por qué será?