Conversaciones
Raul Alcaino, economista
“Mi motivación nunca ha sido ganar dinero. En mi oficina dicen que soy muy austero”
Un sofá floreado de cuatro cuerpos y un cuadro del artista
chileno Matías Lira atrapan las miradas en la oficina de Raúl Alcaíno (67). Su
amplio espacio laboral se instala en un vanguardista edificio de tres pisos en
la calle Los Conquistadores (Providencia).
Ahí está su empresa de economía circular Resiter (aprovecha
recursos con reutilización y reciclaje de residuos), que fundó hace cuarenta
años junto a su socio y amigo, el ingeniero matemático Álvaro Fisher. Al día
siguiente del plebiscito el exalcalde de Santiago (
“Es un resultado contundente. La última encuesta de la UDD
decía que el Apruebo sería arrollador; es lo que la gran mayoría siente”,
comenta. En la oficina del ingeniero civil industrial de la Universidad de
Chile hay decenas de imágenes junto a sus tres hijas (entre 29 y 24 años).
También varias en compañía de su segunda mujer, la periodista CarmeGloria López
(escritora y ex directora de TVN). Más escondidas hay otras de sus tiempos como
animador de “Noche de Ronda” en los noventa. “En estas fotos está mi abuelo
Abraham Alcaíno que fue ministro de Obras Públicas de Juan Antonio Ríos. Por
acá hay otras de mi bisabuelo Eduardo Carrasco, que fue alcalde de Santiago, y
de mi padre, que fue edil de San Miguel”, cuenta.
Alcaíno, director de la fundación Carlos Vial Espantoso
(impulsa el desarrollo de las personas dentro de las empresas), recientemente
fue elegido presidente del Colegio de Ingenieros de Chile por el período
–En la prensa dijo hace seis meses que estaba disponible
para ser constituyente, ¿eso sigue en pie?
–Lo estoy evaluando seriamente. Todo depende de las listas de los partidos, del ambiente en un par de meses más, de la disponibilidad de cupos y de mis ganas. Soy de centro derecha, pero independiente, nunca he militado en ningún partido. Pero si esta cosa va a ser muy política, muy peleada, y mucha gente dispuesta a no respetar los acuerdos, entonces no gracias. No es una pega donde uno diga: ¡pucha que tengo ganas! Lo veo como un deber. Ser constituyente será un trabajo bastante arduo y no estará exento de dificultades.
“Hace quince años escucho un pito permanente en mis oídos”
Alcaíno llegó a la televisión por Sergio Melnick, ex
director de La Red en los noventa y primo hermano de su socio Álvaro Fischer. “Estábamos en una comida en la casa de Álvaro y Sergio me preguntó: ¿Quieres
hacer un programa? Yo le dije altiro que bueno y comencé en el “Enrédese” en
1991. Es que soy curioso y entusiasta, me gusta meterme en cosas nuevas”, dice.
Sus diversos intereses lo llevaron a practicar karate durante 20 años. “Entré en los años setenta y en los noventa alcancé a ser cinturón negro, en su grado mínimo, pero negro al fin”. Y también se acercó a la actuación. En los ochenta tomó un curso por un año en Canal 13 donde tuvo como profesores a Patricio Achurra, Grimanesa Jiménez y Cristián Campos. Eso le permitió una “fugaz aparición” como un ejecutivo bancario en la teleserie “Vivir así” (1988) de Canal 13. Asimismo, diez años después Sergio Castilla, director de la película chilena “Gringuito”, le propuso un rol menor. “Salí en un par de escenas haciendo de doctor; pero era divertido, porque cuando pedías la película en el Blockbuster aparecía mi nombre entre los actores”, ríe.
En 1981 el ex edil también hizo un curso de piloto en el Club
Aéreo y durante casi dos décadas fue piloto civil de aviones monomotores.
“Ahora quise renovar mi licencia, pero no pude; el año pasado se me desprendió
la retina y me quedé con las ganas de volar”.
En agosto de 2019 con Álvaro Fischer viajó a Uruguay para
visitar la planta de una empresa de recuperación de líquidos petrolados que
habían comprado. “Estábamos en una reunión de directorio y sentí que tenía una
manchita en el ojo derecho. Pensé que me había manchado con grasa y fui a
mirarme al espejo, no tenía nada, pero a la hora había perdido completamente la
visión del ojo. No sabía lo que pasaba, porque no me dolía. Álvaro llamó a su
señora, que es oftalmóloga, y ella me dijo que se me había desprendido la
retina; que se había separado de la parte posterior del ojo y debían operarme
de inmediato”.
–¿Cómo le ha afectado este problema de visión?
–En mi caso este desprendimiento es irreparable. Si te miro
con el ojo malo no sé quién eres. Veo muy borroso. Me complica para manejar de
noche, leer y cuando juego tenis se me pierde la pelota. Ha significado darme
cuenta que tengo ciertas limitaciones. Pero lo tomo como algo que ocurrió no
más, con lo que debo vivir. Por ejemplo, yo tengo una enfermedad auditiva,
tinnitus bilateral y hace quince años escucho un pito permanente en mis oídos.
–Esa molestia constante, dicen, es muy angustiante, ¿le
atormenta?
–Hay situaciones en que ese sonido se me acentúa y, a veces,
pocas, olvido que lo padezco. Pero no me atormento; tengo tinnitus y punto; no
tiene remedio. Tampoco me cuestiono la vejez, pero sí la guata, me pesan este
par de kilos demás.
Hasta los diez años el empresario vivió junto a sus padres y su hermana mayor Valentina en la calle Lota (Providencia). “Había una acequia donde quemábamos las hojas de los platos orientales. Lota tenía tráfico para los dos lados, imagínate que debíamos parar de jugar fútbol en la calle porque venía un auto a lo lejos”.
Y agrega: “Estudié en el colegio Alemán, que estaba justo al frente de mi casa. En 1968 me fui a la Escuela Naval dos años, de ahí me fui a estudiar ingeniería en la Universidad de Chile como mi padre y mi abuelo, cero opción de escoger otra universidad”.
Su padre fue un ingeniero civil, “muy estructurado, serio y
austero”. “Soy afortunado, tuve una infancia y juventud muy holgada. Entiendo
cuando la gente se queja por la desigualdad. Dependiendo de donde naces, en
gran medida, se determina tu futuro. La meritocracia ha fallado en Chile. Te
puedo decir con orgullo que en nuestra empresa, por ejemplo, trabajan más de
3.000 personas, pero nadie entra por pituto”.
–Usted tiene una condición acomodada, su empresa Resiter
opera en Chile, Perú, Colombia y Uruguay tiene ventas por US$200 millones al
año. ¿Qué ha significado el dinero en su vida?
–Ha sido una herramienta para vivir. Aunque he tenido suerte
en ese sentido, mi motivación nunca ha sido ganar plata. En mi oficina dicen
que soy muy austero. Para muestra, tengo el mismo auto de hace diez años.
Su padre, Raúl, quien tenía una constructora y una
consultora, fue edil de San Miguel (entre 1975 y 1979) designado por Pinochet.
“Mi papá, aunque era de derecha y partidario de Jorge Alessandri, siempre fue
bien independiente. Como alcalde hizo muchas cosas que todavía se recuerdan, como
el primer relleno sanitario que hubo en Chile. Contaba con un equipo de ingenieros
demócratacristianos muy capaces y la DINA le pidió que los echara, pero él no
quiso. Después estos señores volvieron y mi padre no los recibió. Además, pidió
que le sacaran de su oficina el retrato de Pinochet porque no le gustaba el
culto a la personalidad. Eso pasó como al mediodía y a la una de la tarde lo
despidieron”, ríe.
Asimismo, la casa de sus abuelos maternos (por parte Lihn),
que estaba en la calle Marcel Duhaut (plaza Las Lilas), tenía un enorme piano y
varios tableros para dibujar con tinta china. “Eran seis hermanos y era muy
crucial la música, la pintura y la poesía”, cuenta Alcaíno, primo hermano, por
los Lihn, de Cristián Warnken.
Enrique Lihn, su reconocido tío poeta, escritor y crítico
literario, (hermano menor de su madre), también era bueno para el dibujo. “Yo
creo que el gen artístico de él viene por mi abuela materna María Carrasco. Hay
un libro de Jodorowsky donde él cuenta cuando conoció a Enrique. Relata que
tocó el timbre de su casa y que le abrió la puerta una vieja flaca y seca, que
era mi abuela. Ella era muy rigurosa y católica. En cambio, mi abuelo Enrique era
más extrovertido”.
–¿Cómo recuerda a su tío poeta?
–Enrique era muy serio, pero su carcajada era muy fuerte. Tenía el pelo crespo ensortijado y los ojos salidos. Siempre fue muy responsable, ordenado y trabajador. Leía, estudiaba y trabajaba mucho, no era un poeta volado en su vida diaria, solo de mente. Como todos los Lihn era muy irónico, pero un poco más ácido. Era muy feo, pero con un arrastre enorme entre las mujeres. Me sorprendía, porque en plena Guerra Fría se lo pasaba entre Moscú, La Habana y Nueva York. Viajaba detrás y delante de la Cortina de Hierro. Su única hija, Andrea, se quedaba con nosotros. Pero lo que nunca olvidaré es cuando hace más de cuarenta años, yo iba en una micro a la universidad y lo vi atravesar la Alameda leyendo. No dejó de sostener ni un segundo su libro mientras pasaba como si nada entre medio de los autos (ríe).
“El Estado debe ser subsidiario y solidario”
–Entre los temas que inquietan al empresariado, Juan Sutil,
Presidente de la Cámara de la Producción y del Comercio (CPC) destaca buscar la
paz social y equilibrios para crear un terreno fértil que permita que Chile
siga avanzando. ¿Como empresario qué le preocupa de una nueva Constitución?
–Que tenga reglas claras. Las compañías se han visto afectadas
con la crisis social, la violencia y ahora con la pandemia. Los motores de la
economía son las empresas y las inversiones, pues crean trabajo y
oportunidades. Me preocupa que en tiempos de incertidumbre, mientras se redacta
una nueva Constitución, grandes proyectos e inversiones queden en compás de
espera.
–¿Y qué rol debe jugar el Estado en esta nueva carta
fundamental?
–Debe ser subsidiario y solidario. Lo primero que se debe
hacer es eliminar las inamovilidades de los funcionarios públicos. Esa fue una
ley de los últimos diez minutos de Pinochet, para que no le echaran a su gente.
¡Y que nadie cuestiona! El poder judicial, al igual que los funcionarios, se
evalúa a sí mismo y todos tienen promedio de