Atención a suscriptores
Santiago de Chile.   Jue 08-05-2025
0:28

Conversaciones

Raul Alcaino, economista

“Mi motivación nunca ha sido ganar dinero. En mi oficina dicen que soy muy austero”

El exalcalde de Santiago, quien acaba de ser elegido presidente del colegio de ingenieros de Chile, evalúa participar como constituyente. “No es una pega donde uno diga: “¡Pucha que tengo ganas! Lo veo como un deber”.
Carolina Méndez

Raúl Alcaíno y los desafíos de su nuevo rol a cargo del Colegio De Ingenieros

Un sofá floreado de cuatro cuerpos y un cuadro del artista chileno Matías Lira atrapan las miradas en la oficina de Raúl Alcaíno (67). Su amplio espacio laboral se instala en un vanguardista edificio de tres pisos en la calle Los Conquistadores (Providencia).

Ahí está su empresa de economía circular Resiter (aprovecha recursos con reutilización y reciclaje de residuos), que fundó hace cuarenta años junto a su socio y amigo, el ingeniero matemático Álvaro Fisher. Al día siguiente del plebiscito el exalcalde de Santiago (2004 a 2008) suspira y prefiere reservar su opción constitucional.

“Es un resultado contundente. La última encuesta de la UDD decía que el Apruebo sería arrollador; es lo que la gran mayoría siente”, comenta. En la oficina del ingeniero civil industrial de la Universidad de Chile hay decenas de imágenes junto a sus tres hijas (entre 29 y 24 años). También varias en compañía de su segunda mujer, la periodista CarmeGloria López (escritora y ex directora de TVN). Más escondidas hay otras de sus tiempos como animador de “Noche de Ronda” en los noventa. “En estas fotos está mi abuelo Abraham Alcaíno que fue ministro de Obras Públicas de Juan Antonio Ríos. Por acá hay otras de mi bisabuelo Eduardo Carrasco, que fue alcalde de Santiago, y de mi padre, que fue edil de San Miguel”, cuenta.

Alcaíno, director de la fundación Carlos Vial Espantoso (impulsa el desarrollo de las personas dentro de las empresas), recientemente fue elegido presidente del Colegio de Ingenieros de Chile por el período 2020 a 2022. “Ahora me toca trabajar para modernizar este organismo creado en 1958. Debemos aportar al país una visión de futuro con proyectos y políticas que eleven el nivel de debate y generen empleo en tiempos de crisis”.

–En la prensa dijo hace seis meses que estaba disponible para ser constituyente, ¿eso sigue en pie?

–Lo estoy evaluando seriamente. Todo depende de las listas de los partidos, del ambiente en un par de meses más, de la disponibilidad de cupos y de mis ganas. Soy de centro derecha, pero independiente, nunca he militado en ningún partido. Pero si esta cosa va a ser muy política, muy peleada, y mucha gente dispuesta a no respetar los acuerdos, entonces no gracias. No es una pega donde uno diga: ¡pucha que tengo ganas! Lo veo como un deber. Ser constituyente será un trabajo bastante arduo y no estará exento de dificultades.

“Hace quince años escucho un pito permanente en mis oídos”

Alcaíno llegó a la televisión por Sergio Melnick, ex director de La Red en los noventa y primo hermano de su socio Álvaro Fischer. “Estábamos en una comida en la casa de Álvaro y Sergio me preguntó: ¿Quieres hacer un programa? Yo le dije altiro que bueno y comencé en el “Enrédese” en 1991. Es que soy curioso y entusiasta, me gusta meterme en cosas nuevas”, dice.

Sus diversos intereses lo llevaron a practicar karate durante 20 años. “Entré en los años setenta y en los noventa alcancé a ser cinturón negro, en su grado mínimo, pero negro al fin”. Y también se acercó a la actuación. En los ochenta tomó un curso por un año en Canal 13 donde tuvo como profesores a Patricio Achurra, Grimanesa Jiménez y Cristián Campos. Eso le permitió una “fugaz aparición” como un ejecutivo bancario en la teleserie “Vivir así” (1988) de Canal 13. Asimismo, diez años después Sergio Castilla, director de la película chilena “Gringuito”, le propuso un rol menor. “Salí en un par de escenas haciendo de doctor; pero era divertido, porque cuando pedías la película en el Blockbuster aparecía mi nombre entre los actores”, ríe.

En 1981 el ex edil también hizo un curso de piloto en el Club Aéreo y durante casi dos décadas fue piloto civil de aviones monomotores. “Ahora quise renovar mi licencia, pero no pude; el año pasado se me desprendió la retina y me quedé con las ganas de volar”.

En agosto de 2019 con Álvaro Fischer viajó a Uruguay para visitar la planta de una empresa de recuperación de líquidos petrolados que habían comprado. “Estábamos en una reunión de directorio y sentí que tenía una manchita en el ojo derecho. Pensé que me había manchado con grasa y fui a mirarme al espejo, no tenía nada, pero a la hora había perdido completamente la visión del ojo. No sabía lo que pasaba, porque no me dolía. Álvaro llamó a su señora, que es oftalmóloga, y ella me dijo que se me había desprendido la retina; que se había separado de la parte posterior del ojo y debían operarme de inmediato”.

–¿Cómo le ha afectado este problema de visión?

–En mi caso este desprendimiento es irreparable. Si te miro con el ojo malo no sé quién eres. Veo muy borroso. Me complica para manejar de noche, leer y cuando juego tenis se me pierde la pelota. Ha significado darme cuenta que tengo ciertas limitaciones. Pero lo tomo como algo que ocurrió no más, con lo que debo vivir. Por ejemplo, yo tengo una enfermedad auditiva, tinnitus bilateral y hace quince años escucho un pito permanente en mis oídos.

–Esa molestia constante, dicen, es muy angustiante, ¿le atormenta?

–Hay situaciones en que ese sonido se me acentúa y, a veces, pocas, olvido que lo padezco. Pero no me atormento; tengo tinnitus y punto; no tiene remedio. Tampoco me cuestiono la vejez, pero sí la guata, me pesan este par de kilos demás.

Hasta los diez años el empresario vivió junto a sus padres y su hermana mayor Valentina en la calle Lota (Providencia). “Había una acequia donde quemábamos las hojas de los platos orientales. Lota tenía tráfico para los dos lados, imagínate que debíamos parar de jugar fútbol en la calle porque venía un auto a lo lejos”.

Y agrega: “Estudié en el colegio Alemán, que estaba justo al frente de mi casa. En 1968 me fui a la Escuela Naval dos años, de ahí me fui a estudiar ingeniería en la Universidad de Chile como mi padre y mi abuelo, cero opción de escoger otra universidad”.

Su padre fue un ingeniero civil, “muy estructurado, serio y austero”. “Soy afortunado, tuve una infancia y juventud muy holgada. Entiendo cuando la gente se queja por la desigualdad. Dependiendo de donde naces, en gran medida, se determina tu futuro. La meritocracia ha fallado en Chile. Te puedo decir con orgullo que en nuestra empresa, por ejemplo, trabajan más de 3.000 personas, pero nadie entra por pituto”.

–Usted tiene una condición acomodada, su empresa Resiter opera en Chile, Perú, Colombia y Uruguay tiene ventas por US$200 millones al año. ¿Qué ha significado el dinero en su vida?

–Ha sido una herramienta para vivir. Aunque he tenido suerte en ese sentido, mi motivación nunca ha sido ganar plata. En mi oficina dicen que soy muy austero. Para muestra, tengo el mismo auto de hace diez años.

Su padre, Raúl, quien tenía una constructora y una consultora, fue edil de San Miguel (entre 1975 y 1979) designado por Pinochet. “Mi papá, aunque era de derecha y partidario de Jorge Alessandri, siempre fue bien independiente. Como alcalde hizo muchas cosas que todavía se recuerdan, como el primer relleno sanitario que hubo en Chile. Contaba con un equipo de ingenieros demócratacristianos muy capaces y la DINA le pidió que los echara, pero él no quiso. Después estos señores volvieron y mi padre no los recibió. Además, pidió que le sacaran de su oficina el retrato de Pinochet porque no le gustaba el culto a la personalidad. Eso pasó como al mediodía y a la una de la tarde lo despidieron”, ríe.

Asimismo, la casa de sus abuelos maternos (por parte Lihn), que estaba en la calle Marcel Duhaut (plaza Las Lilas), tenía un enorme piano y varios tableros para dibujar con tinta china. “Eran seis hermanos y era muy crucial la música, la pintura y la poesía”, cuenta Alcaíno, primo hermano, por los Lihn, de Cristián Warnken.

Enrique Lihn, su reconocido tío poeta, escritor y crítico literario, (hermano menor de su madre), también era bueno para el dibujo. “Yo creo que el gen artístico de él viene por mi abuela materna María Carrasco. Hay un libro de Jodorowsky donde él cuenta cuando conoció a Enrique. Relata que tocó el timbre de su casa y que le abrió la puerta una vieja flaca y seca, que era mi abuela. Ella era muy rigurosa y católica. En cambio, mi abuelo Enrique era más extrovertido”.

–¿Cómo recuerda a su tío poeta?

–Enrique era muy serio, pero su carcajada era muy fuerte. Tenía el pelo crespo ensortijado y los ojos salidos. Siempre fue muy responsable, ordenado y trabajador. Leía, estudiaba y trabajaba mucho, no era un poeta volado en su vida diaria, solo de mente. Como todos los Lihn era muy irónico, pero un poco más ácido. Era muy feo, pero con un arrastre enorme entre las mujeres. Me sorprendía, porque en plena Guerra Fría se lo pasaba entre Moscú, La Habana y Nueva York. Viajaba detrás y delante de la Cortina de Hierro. Su única hija, Andrea, se quedaba con nosotros. Pero lo que nunca olvidaré es cuando hace más de cuarenta años, yo iba en una micro a la universidad y lo vi atravesar la Alameda leyendo. No dejó de sostener ni un segundo su libro mientras pasaba como si nada entre medio de los autos (ríe).

“El Estado debe ser subsidiario y solidario”

–Entre los temas que inquietan al empresariado, Juan Sutil, Presidente de la Cámara de la Producción y del Comercio (CPC) destaca buscar la paz social y equilibrios para crear un terreno fértil que permita que Chile siga avanzando. ¿Como empresario qué le preocupa de una nueva Constitución?

–Que tenga reglas claras. Las compañías se han visto afectadas con la crisis social, la violencia y ahora con la pandemia. Los motores de la economía son las empresas y las inversiones, pues crean trabajo y oportunidades. Me preocupa que en tiempos de incertidumbre, mientras se redacta una nueva Constitución, grandes proyectos e inversiones queden en compás de espera.

–¿Y qué rol debe jugar el Estado en esta nueva carta fundamental?

–Debe ser subsidiario y solidario. Lo primero que se debe hacer es eliminar las inamovilidades de los funcionarios públicos. Esa fue una ley de los últimos diez minutos de Pinochet, para que no le echaran a su gente. ¡Y que nadie cuestiona! El poder judicial, al igual que los funcionarios, se evalúa a sí mismo y todos tienen promedio de 6 a 7, lo que es irreal. Nadie cuestiona la ley del estatuto docente que rigidiza la educación y no permite que se pueda echar a un profesor malo. Los políticos no pueden decir estas cosas aunque las piensen, porque creen que pierden votos. Si nos vamos a cuestionar la Constitución, cuestionémonos también esos temas.